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Japón, Estados Unidos y la CEE quieren limitar el proteccionismo comercial

La posibilidad de que el Gobierno norteamericano, los de la Comunidad Económica Europea y Japón estén dispuestos a iniciar el «deshielo» de las tendencias proteccionistas de sus propias políticas es la pregunta que se han hecho los observadores después de las posiciones asumidas en Ginebra a comienzos de esta semana por los representes de esos dos países y de la CEE, en el preámbulo de la última etapa de las negociaciones multilaterales de comercio, conocidas como la «ronda de Tokio».

Las sesiones se desarrollaron dentro del marco del GATT (acuerdo general sobre aranceles aduaneros y comercio), al que pertenecen 91 países del área de los industrializados y en desarrollo.La CEE, Estados Unidos y Japón acordaron realizar todos los esfuerzos para, sobre la base hipotética de trabajo de una reducción del 40 % de los aranceles aduaneros de los productos industriales y otras concesiones al sector de productos agrícolas, llegar a un tratado multilateral antes de fines del mes de julio.

Los «nueve» de la Comunidad, Japón y Estados Unidos, que en conjunto representan más de la mitad del comercio mundial, de cumplirse el plazo finado, atendiendo a sus demostraciones de «voluntad política», deberían en la primera mitad del presente año establecer las condiciones que regirán un importante volumen del comercio internacional en la década de los años ochenta.

El encuentro de esta semana en Ginebra ha merecido, por parte de los propios delegados de los países que juegan un papel definitivo, calificativos como «encuentro histórico», «momento crucial», «acta de fe», etcétera.

Sin embargo, Robert Strauss, representante personal del presidente Jimmy Carter en la « ronda Tokyo», fue más allá en declaraciones a la prensa. Sostuvo Strauss, al diario helvético Journal de Geneve que, «si nosotros fracasamos en nuestra tarea, corremos el riesgo de caer nuevamente en un probado error histórico que nos enseña que el nacionalismo estrecho, el proteccionismo y el aislacionismo, pueden fácilmente conducirnos, en último término, a una catastrófica depresión universal y quizá también a la guerra.

Asimismo, Japón, que por intermedio de su ministro de Economía, Nobuhiko Ushuba, presente en las negociaciones del GATT, anunció que su país estaba dispuesto a aportar una importante contribución a estas negociaciones, adelantando que la oferta de reducción media ponderada de los aranceles sobre los productos minerales había sido limitada al mínimo, pero advirtió como excepciones una centena de posiciones arancelarias en el sector textil, productos no ferrosos y químicos.

De otra parte, los países pobres o en desarrollo pidieron que las negociaciones comerciales multilaterales les representen ventajas particulares y, superiores, a las que obtendrán los países industrializados.

El representante de Yugoslavia, hablando a nombre de los «77» (países en desarrollo), lamentó que hasta ahora no hubieran proyectos arancelarios concretos para los productos tropicales y pidió que los países pobres tuvieran «acceso pleno» a estas negociaciones «cruciales».

En el próximo mes de abril, es posible que se celebre una nueva reunión de la «ronda de Tokio» a nivel ministerial, con miras al acuerdo que con no poco optimismo piensan finiquitar en julio los tres grandes de la economía mundial occidental: Estados Unidos, los «nueve» de la Comunidad Económica Europea y Japón.

En un plano más concreto, el delegado del Gobierno norte americano sostuvo que «el plazo fijado hasta el mes de julio para la firma de un tratado es suficiente» y que las futuras negociaciones, de estos próximos meses, «no podrán ser más difíciles de lo que han resultado hasta ahora».

Agregó que «Estados Unidos no se contentará con resultados me nos ambiciosos que los previstos». Cabe recordar que las negociaciones multilaterales de la llamada «ronda de Tokio» se iniciaron hace cinco años en la capital de Japón.

Sin embargo, y tal como lo adelantáramos en la edición del domingo 21 de enero de EL PAÍS, subsisten «criterios oficiosos» en el ámbito de la CEE, en el sentido de que las reducciones arancelarias sobre los productos industriales no podrán ser superiores a un margen que oscile entre el 25 y 35 %.

Por otra parte, Suiza y Japón hicieron ver con carácter relevante, que la actual inestabilidad monetaria puede atentar peligrosamente contra los efectos positivos de un futuro acuerdo multilateral de comercio internacional.

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