Las investigaciones policiales sobre el secuestro del industrial Empain, en punto muerto
El secuestro del barón atómico (constructor prácticamente exclusivo de las centrales nucleares francesas) continuaba en punto muerto anoche. Los Núcleos Armados por la Autonomía Popular (NAPAP), desmintieron el comunicado que se les atribuyó el lunes, reivindicando el secuestro y amenazando con la ejecución del barón, veinticuatro horas más tarde. Un llamamiento dramático del Gobierno a los franceses, solicitando la colaboración con la policía, inquieta a algunos que, al mismo tiempo, protestan por la explotación electoral que pudieran hacer las autoridades de este nuevo acto de violencia: por el contrario, explícitamente, una parte de la opinión reclama la guillotina para quienes «ponen en peligro nuestra civilización».
Los NAPAP, en un comunicado no exento de ironía dirigido al diario izquierdista, Liberation aseguraron que no tienen nada que ver con «los individuos que se han apoderado del barón Empain». La policía francesa, ya desde el lunes, día del secuestro dudaba de la autenticidad de su supuesta reivindicación: pero, sin otras pistas ciertas, los NAPAP continúan al mismo nivel de las últimas 48 horas. Varias llamadas telefónicas a emisoras de radio o a diarios se han responsabilizado del secuestro, pidiendo dinero en algunas ocasiones: un confuso movimiento de extrema derecha también se manifestó. En todos los casos, por ahora, lo fantasioso se ha considerado más evidente. El chófer del barón, también secuestrado, pero abandonado rápidamente, afirmó que el jefe del comando hablaba el alemán, lo que hace pensar a algunos en una operación ligada con el grupo de Baader.En todo caso, un portavoz del grupo Empain afirmó ayer que los dirigentes de esta empresa no habían firmado ningún documento, comprometiéndose a no consentir que se diera ni un céntimo para salvar su vida en caso de que fuesen secuestrados.
Los poderes públicos, los partidos políticos y la opinión se han hecho una sola voz para condenar sin restricciones lo que, cada cual a su manera, considera como un nuevo acto de violencia que «pone en peligro la democracia». Sólo los grupos izquierdistas, tras condenar el hecho, recuerdan que cada día «son asesinados cientos de hombres por accidentes de trabajo».
El ministro de la Justicia, Alain Peyrefitte, se dirigió a sus conciudadanos anteanoche, en tanto que primer ministro interino (el señor Barre regresó ayer de China), y les pidió colaboración para «hacer fracasar el peligro de la violencia: en ello va la salud de la democracia y la de las libertades francesas».
El ministro asimiló los secuestradores del señor Empain al «enemigo público número uno», según la prensa gubernamental, Yves Maupetit, supuesto asesino de tres personas. La policía francesa ha sido «movilizada como nunca jamás después de la guerra de Argelia». Según estimación de varios observadores, 240.000 personas fueron controladas anteayer en París, en donde se produjeron escenas cómico-dramáticas, protagonizadas por algunos ciudadanos que, a lo largo del día, fueron interpelados en varias ocasiones.
El señor Peyrefitte, a través de la radio y la televisión, en nombre del Gobierno, les recordó a los franceses: «La violencia que se abate hoy sobre algunos mañana castigará a otros, es decir, a vosotros que me estáis escuchando.»
La derecha, en su mayoría, consideró la espectacular intervención del portavoz del Gobierno como «un llamamiento al civismo». El conservador Le Figaro, que días pasados ya criticó a la Iglesia de Francia por haberse declarado favorable a la supresión de la pena de muerte, en su editorial de primera página pidió ayer, tanto para Maupetit como para los secuestradores del señor Empain, pidió «la guillotina, el punto común que une el uno a los otros». Un sondeo reciente revelaba que el 70% de los franceses son partidarios dé la pena capital.
Ayer, por otra parte, los portavoces de la Presidencia de la República desmintieron a lo largo del día que el presidente Valery Giscard d'Estaing se interesara más de lo normal por el secuestre del señor Empain, tercer financiero francés. En algunos medios de la oposición se sospecha que el señor Giscard, «que mantiene relaciones; bastante estrechas con Empain, intenta minimizarlas en este período preelectoral».
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