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Conferencia de don Juan de Borbón sobre el tema "Mi vida marinera"

«Tantos años ausente de España por su fidelidad a las esencias de este país, al conde de Barcelona, señoras y señores, veneración y gratitud.» Con estas palabras concluyó Pedro de Lorenzo su apasionada y retórica presentación del insólito conferenciante, don Juan de Borbón, que habló ayer sobre Mi vida marinera, en un acto convocado por la Asociación de Escritores y Artistas Españoles y desarrollado en el Centro Cultural de la Villa de Madrid.A las 19.30 horas en punto hacía su entrada en el abarrotado salón la reina doña Sofía. Se encontraban ya presentes la condesa de Barcelona; su hija, la infanta doña Pilar, representante de lo que en la terminología política se ha venido en denominar «monárquicos juanistas» (Pedro Sáinz Rodríguez, el duque de Alburquerque, José María Pemán, Joaquín Satrústegui, Vicente Piniés, etcétera); el presidente del Senado, Antonio Fontán; Humberto de Saboya, y algo más de seiscientas personas que acogieron con una ovación la entrada de la Reina y, algo después, la del ilustre conferenciante.

Don Juan comenzó sus palabras agradeciendo a los organizadores la invitación, señalando la tradición familiar de protección a las letras y a los artistas. Es probable que los informadores se vieran defraudados ante este primer acto público del padre del Rey, pero lo cierto es que don Juan fue escrupulosamente fiel al tema del enunciado de su conferencia y durante tres cuartos de hora narró a la concurrencia sus prolongados, en ocasiones azarosos, y constantes contactos con la mar. Desde su infancia, que transcurría, en los períodos veraniegos, en buena parte de las ciudades costeras del Cantábrico, hasta la última de sus travesías atlánticas en el año 1958 y posteriores cruceros, ya a bordo del Giralda, por mares más próximos a los continentes europeo y africano.

Muy esporádicamente surgieron referencias cronológicas a hechos decisivos de la historia de España más reciente, pero sin profundizar en el análisis político de los mencionados hechos. Si la mar ha sido una de las constantes en la vida de don Juan, fue el único tema de la charla que pronunció ante más de seiscientas personas que, evidentemente, quisieron rendir un homenaje personal al padre del Rey.

El anecdotario jocoso surgía con frecuencia en descripciones tan dispares como la de su carrera naval militar en Inglaterra (recibió durante el año de estudios 124 azotes) o la visita que en compañía de su padre Alfonso XIII realizó a un harén de un maharajá indio en donde pudieron comprobar que las 360 concubinas que allí residían conformaban más una espléndida residencia de ancianas que un típico y ensoñado paraíso de placer.

Los asistentes -entre los que florecían los ya tópicos abrigos de pieles y joyas- acogieron las últimas palabras de don Juan con una prolongada ovación.

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