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La CEE quiere garantizar su suministro petrolífero a costa de Gran Bretaña

Gran Bretaña mira desde ayer con más recelo si cabe a la CEE. El motivo es que considera que el Mercado Común tiene pretensiones de controlar directamente el petróleo escocés del Mar del Norte, en el que este país tiene puestas buena parte de sus esperanzas económicas.A cambio de permitirle la re ducción de sus reservas petrolíferas obligatorias, la comisión europea ha propuesto al Gobierno británico que garantice el suministro de crudo a los países de la CEE, en el caso de que haya una crisis energética. En 1968 la Comunidad acordó que cada uno de sus miembros debería tener almacenado petróleo suficiente para noventa días de consumo. Los países con producción propia, sin embargo, podrían reducir esta cifra en un 15%, lo que Gran Bretaña hizo en cuanto puso en explotación sus yacimientos del Mar del Norte. El Gobierno británico ha solicitado reiteradamente permiso para reducir estas reservas hasta en un 40%, alegando que el almacenamiento de los diecisiete millones de toneladas de petróleo necesarios para cubrir 66 días de consumo cuesta al contribuyente 55 millones de libras cada año. Esto, en opinión de Londres, no tiene sentido aplicado en un país que tiene una importante producción propia.

El Gobierno ha mantenido siempre la oferta de suministro de crudo al resto de los miembros de la CEE, caso de crisis, pero ha evitado cuidadosamente el dar garantías concretas y a largo plazo que podrían llevar a comprometer su propio abstecimiento. Lo que el Mercado Común propone ahora es que Londres se comprometa de hecho a seguir enviando a sus clientes comunitarios la misma cantidad de crudo que les vendiera como promedio en el correspondiente trimestre del año anterior.

La propuesta de la Comisión Europea ha sorprendido y alarmado al Gabinete Callaghan, tanto más cuanto que su política en este sentido ha sido la de rechazar cualquier control exterior sobre el petróleo de Escocia; al menos nientras la Comun ¡dad no estuviera en condiciones de garantizar un precio mínimo de protección para el crudo o, alternativamente, de fomentar la explotación industrial de las reservas británicas de carbón.

Un portavoz del departamento de Energía ha expresado ya su escepticismo ante la posibilidad de un acuerdo sobre «algo que, como parece, puede ser un intento de adueñarse de parte del petróleo del Mar del Norte».

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