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Cuatro muertos y dos desaparecidos, balance de la explosión en una central lechera bilbaína

Cuatro muertos, dos desaparecidos y alrededor de una quincena de heridos leves es el balance de un accidente ocurrido en la mañana de ayer en las instalaciones de la fábrica de productos lácteos Beyena, situada en el alto de Castrejana, de Bilbao, al hacer explosión una caldera de vapor situada en el edificio principal de la factoría.

Hacia las 8.45 de la mañana se produjo una fuerte explosión en la parte de atrás del edificio principal de la fábrica -dos plantas- en donde estaban situadas las secciones de calderas, pasteurización, mantequillas y recepción. Una de las dos calderas allí instaladas, concretamente la de mantenimiento, al parecer por un fallo en el dispositivo automático, que no se disparó, estalló destrozando totalmente esta sección de la fábrica y produciendo importantes daños en la parte delantera del edificio principal y en uno lateral dedicado a la esterilización y embotellado en plástico. Los cascotes se extendieron en un radio de cien metros alrededor de la zona afectada, produciendo diversos destrozos en veintiséis coches aparcados en el recinto de la fábrica.Tras unos momentos de confusión y en medio de un denso humo y polvo, trabajadores de la fábrica y los sanitarios de la empresa realizaron los primeros trabajos de rescate, extrayendo de entre los escombros a tres trabajadores, dos de ellos, Manuel López Eguren -recepcionista de leche-, y Teodoro Arana -encargado-, muertos, y un tercero, Pedro Torralba, en grave estado. Conducido este último al Hospital Civil falleció minutos más tarde. Otros siete trabajadores, con heridas de diferente consideración, serían evacuados por la Cruz Roja al hospital, mientras que un número similar era atendido de heridas leves al pie del edificio afectado.

Pese a los esfuerzos realizados por bomberos y personal de la fábrica fue imposible el rescate de tres trabajadores más que quedaron atrapados entre los escombros. Estos tres hombres eran el albañil José García; Florencio Setién, inspector de muestras, y Marcos Solavarría, encargado de las calderas. El brazo de este trabajador, arrancado por la violencia de la explosión, fue encontrado -cuando aún no había aparecido la víctima- a casi cincuenta metros del lugar de la explosión.

La fábrica ofrecía un impresionante aspecto cuando la nube de polvo y humo se extinguió. Pudo verse entonces que la torre y planta de esterilización y embotellado en plástico, separada por pocos metros del edificio afectado, había quedado prácticamente destrozada por el impacto de grandes trozos de pared, tejado y vigas. La instalación, de estructura moderna, fabricada en aluminio y valorada en ochenta millones de pesetas, quedó inservible.

Impresionante estallido

Pared con pared en el edificio principal en donde se hallaban las calderas se encuentra situada la sección de embotellado de cristal. Uno de los empleados que trabajaba allí en el momento de la explosión recuerda el momento: «El estallido fue impresionante; el ruido, de volverse loco. El techo se nos vino encima y creí que moría. Mi sección, pese a estar afectada, no ha quedado destruida.»

Presenciando los trabajos de descombro, José Luis Miguel, calderero de la fábrica y compañero de Marcos Solavarría, no cesaba de repetir: «Hoy nací. Estoy vivo de milagro.» Cuando terminó su turno en las calderas a las seis de la mañana dejó su puesto a Marcos Solavarría como cada día y se fue a dormir a casa. Su mujer le despertaría unos minutos después de haberse producido la explosión dándole la noticia. «Esto ha sido una lotería Aún no me explico lo que ha ocurrido. Yo dejé apagada la caldera que ha explotado. Era una caldera de mantenimiento de 8.000 kilos de vapor por hora. Cuando me fui estaba en funcionamiento la caldera más grande había dos de 12.000 kilos de vapor a la hora. Las dos son calderas automáticas con sus correspondientes válvulas de regulación. No comprendo lo que ha pasado.»

José Luis Miguel declaraba que la caldera afectada había sido instalada hace siete años por Babcock Wilcox, y era revisada con regularidad: «Hace poco la habíamos limpiado. Por eso no me explico lo que ha pasado. Hasta la fecha aquí no había habido accidentes de este tipo ni imaginábamos que esto pudiera estallar.»

Las dos calderas producían vapor para toda la factoría, haciendo posible el proceso de fabricación de productos lácteos.

Muy afectado todavía por el susto estaba también el portero exterior de Beyena, Julián Otaola... En el momento de la explosión vio cómo a medio metro de la caseta de recepción, situadajunto a la puerta de entrada a la fábrica, una gran masa de pared de casi dos metros cuadrados de tamaño destrozaba por completo dos coches allí situados.

«Oí un ruido enorme -ha comentado- y al volverme hacia la fábrica vi por el cristal un gran resplandor por encima de la fábrica y acto seguido cómo se venía por encima del tejado un montón de trozos enormes dé pared y tejado que destrozaban los coches aparcadosjunto a mi garita. Estoy vivo de milagro.»

La fábrica de productos lácteos Beyena es propiedad de una cooperativa de 5.000 socios. Tras su fundación en 1954, se inician las obras de la factoría en 1957 para ser inaugurada en 1958. En la actualidad contaba con una plantilla de 245 empleados.

Los destrozos producidos por la explosión adquieren tales proporciones que la fábrica ha quedado paralizada y sin posibilidad de producir. Las compañías lecheras de Bilbao y San Sebastián se ofrecieron ayer a los responsables de Beyena para embotellar leche con la marca de la firma afectada.

Daños muy elevados

El senador de UCD por Vizcaya Martín Fernández Palacios, asesor de la empresa, declaraba ayer a EL PAIS que los daños son de enorme cuantía, siendo por el momento difícil calcular las pérdidas que, sin embargo, pueden evaluarse según su apreciación entre los doscientos y los cuatrocientos millones de pesetas.

A la hora de redactar esta información proseguían los trabajos de descombrado de la zona afectada por la explosión. Los bomberos que realizaban esta tarea creen que los cuerpos de los desaparecidos pueden estar desmembrados entre los cascotes, por lo que quizá las labores de recuperación se prolonguen durante la mañana de hoy.

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