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Los agentes de la CIA se movilizan contra los despidos masivos

La decisión del nuevo director de la CIA, almirante Stansfield Turner, de despedir a más de ochocientos empleados de la agencia central de espionaje -entre los que se encuentra el jefe de la «estación» de la CIA en España-, ha creado un fuerte movimiento de protesta en el interior de la agencia, una especie de «rebelión de los espías», que ha sorprendido a los altos cargos del espionaje norteamericano.

De acuerdo con el plan general de reorganización de los servicios secretos, emprendido por la Administración Carter, la CIA anunció este «reajuste» en su nómina y elaboró una lista inicial de doscientos despedidos, que cesarán en sus cargos dentro de unos meses (ver EL PAIS de 13 de noviembre). Otros seiscientos empleados de la «compañía» serán despedidos a lo largo del año próximo, y la mayor parte de ellos pertenecen al servicio de operaciones clandestinas, que emplea a más de 4.000 personas.El diario Washington Post reveló en su edición dominical que entre los primeros dos centenares de despedidos sólo figuran trece agentes que trabajan en el extranjero, pero en puestos de gran importancia. Según el diario, serán despedidos los jefes de las «estaciones» de la CIA en los siguientes países: España, Alemania Federal, Noruega, Austria, Suiza, Suecia, Luxemburgo, Canadá, Japón y Australia.

Los jefes de «estación», generalmente camuflados bajo cobertura diplomática, son los máximos responsables de la recogida de datos de espionaje en cada país y los que dirigen las «operaciones» que la CIA desarrolla en cada uno de ellos y que, como han revelado diversos libros sobre el tema, son muy variadas y complejas: desde la financiación de sindicatos y grupos estudiantiles, hasta la infiltración en los medios de comunicación o - la historia es un buen ejemplo- la «desestabilización» de determinados regímenes y la provocación de un golpe de Estado.

Según el Post, muchos de estos agentes de la CIA, después de una vida clandestina más o menos azarosa y arriesgada, se encuentran ahora con que serán despedidos en un plazo breve y que no tienen asegurada la subsistencia. Por ello, algunos han amenazado con cambiar su profesión por la de escritor de libros, en los que contarían sus experiencias mientras estuvieron al servicio de la «compañía», lo que ha motivado una notable inquietud en las alturas de la organización.

Las protestas más numerosas se centran en la brusquedad del método empleado por Turner para comunicarles el despido: una carta de sólo dos frases en la que se anuncia: «El motivo de la presente es informarle a usted de mi intención de recomendar al director de personal su cese, en orden a cumplir la reducción en los efectivos del servicio de operaciones... »

La ley norteamericana concede al director de la CIA autoridad ilimitada para despedir al personal de la agencia, y en los cinco únicos juicios que se han celebrado por despido injustificado en la historia de la agencia, las alegaciones de los cesados fueron desestimadas por los jueces, que apoyaron la decisión del director de la agencia.

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