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Tarancón escribe sobre la escuela católica en la sociedad democrática

La Iglesia ha vivido quizá demasiado replegada sobre sí misma, ha prestado poca atención a los saberes humanos, y, en parte, se distanció de algunos movimientos culturales y científicos y casi rompió el diálogo con el mundo, pero esa situación ha cambiado, dice el cardenal Tarancón, arzobispo de Madrid-Alcalá, en una carta cristiana que sobre la escuela católica en una sociedad democrática dio a conocer ayer.A la Iglesia, escribe monseñor Tarancón, se le acusó de oscurantista, de retrógada, de enemiga de la libre investigación científica, de interesada en mantener a la mayoría de sus hijos alejados de las corrientes culturales y científicas que dominaban en la sociedad.

La historia completa de la Iglesia, afirma el cardenal, no justifica esas acusaciones. Una vez superados los recelos que ante ciertas manifestaciones culturales y científicas pudieron sentir miembros de la Iglesia, ésta ha sabido romper aquellas limitaciones y está sinceramente dispuesta ahora a dialogar abierta y sinceramente con todas las culturas.

«A la Iglesia no le molesta el diálogo, ni el diálogo con la cultura profana y con la ciencia, ni el diálogo con el mundo, y no sólo no le molesta, sino que tiene interés en promoverlo», asegura monseñor Tarancón al principio de esta carta cristiana.

En muchas universidades estatales extranjeras coexisten las enseñanzas civiles con el estudio de la teología. Monseñor Tarancón estima que esa fórmula representa un diálogo eficaz que tanto en el campo cultural como en el humano puede establecerse magníficamente en el seno de la escuela católica, en la que la calidad de la educación humana ha de servir de base para la educación en la fe.

En el Concilio, afirma monseñor Tarancón, quedó clara la postura de la Iglesia con respecto a aquella conexión: la escuela católica «es muy útil para promover el diálogo entre la Iglesia y la sociedad humana en beneficio de ambas». En la nueva actitud de la Iglesia resulta indispensable para la fe el conocimiento de la sociedad.

También a la humanidad le interesa el diálogo con la fe, explica el cardenal Tarancón. La escuela católica, dice, ha de abrirse a las condiciones del progreso actual y debe educar a sus alumnos «para conseguir eficazmente el bien de la ciudad terrestre». Ha de buscar, no en menor grado que las demás es cuelas, los fines culturales y la formación humana de la juventud, para crear un ambiente animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad.

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