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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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En el bicentenario de la ingeniería de Minas española

Doscientos años es un período muy corto para enjuiciar la labor de la ingeniería de minas española. La especial naturaleza de esta actividad impone un ritmo mucho más lento que el de los restantes sectores de la industria. Cuando las fábricas, a los dos o tres años de aprobarse el proyecto, lanzan al aire petulantemente el humo de sus chimeneas, las minas no han hecho más que iniciar sus labores preparatorias. Pero, además, el riesgo financiero es muy elevado. Los banqueros, que saben como nadie transparentar las expectativas de los empresarios, miran con suspicacia las inversiones mineras. Y ello, sin duda, porque al ser hombres que tienen los pies encima de la tierra no están habituados a ver, lo que hay debajo de ella. Decididamente, la industria es más brillante que la minería. Sólo alguna vez la mina es un negocio muy pingüe y de ello da cuenta la sabiduría popular cuando, al referirse a alguna actividad que da mucho dinero, dice: eso es una mina.Por ello, la historia de la minería hay que analizarla en un espacio de tiempo que nos permita destacar entre los muchos fracasos, un buen puñado de éxitos. Se diría que el tiempo industrial debiera ser multiplicado por diez para obtener el tiempo minero equivalente Las más antiguas noticias sobre la industria minera organizada figuran grabadas por los egipcios en rocas de la península del Sinaí, de donde extraían ininterrumpidamente la turquesa, entre los siglos XXXIV y XII antes de Jesucristo. Pero ya antes de esa fecha, en el Brechelense, el hombre de Heidelberg utilizaba instrumentos de sílex. Posteriormente, nuestros remotos antepasados del Paleolítico emplearon gran variedad de substancias minerales como la fluorita, el ámbar, el azabache, la malaquita, el ocre, la esteatita, el talco, la obsidiana, la serpentina. El hombre del Neolítico, que fue el primero en practicar la minería subterránea y en labrar la tierra, amplió la citada lista con el oro, el cobre, la silimanita, la hematites y la turquesa. Con el estaño se obtenía un nuevo metal: el bronce. Tartesos, fenicios y griegos llegaron más Illá de las columnas de Hércules, doblaron la punta de España y encontraron mineral de estaño en Galicia, Portugal y, más arriba, en las islas Casitérides. Plinio El Viejo, que sólo descansaba de su apasionado estudio de la historia para tomar el baño y para dormir, dedica parte de los cuatro últimos libros de su Historia natural a la mineralogía.

Doctor ingeniero de Minas

Basada en el libro del doctor David Reuben. Guióny dirección: Woody Allen. To-lografia: David M. WaIsh. Intérpretes: Woody Allen, John Carradine, Lou Jacob, Louise Laser, Cómica. Locales de estreno: Infantas y Peñalver.

Otro momento estelar tiene lugar gracias a la magia de un hombre: Cristóbal Colón. El consigue dinero para su aventura y da en el blanco. En 1493 escribe al tesorero de los Reyes Católicos pidiendo que le manden lavadores de oro y mineros de Alamadén para cavar las tierras. Llegan los primeros mineros españoles al Nuevo Mundo. En 1524 se trabajan en Tasco las primeras minas de estaño y cobre. Un año después aparece la primera mina de plata en Santo Domingo, y, a continuación, en Jalisco y Villa del Espíritu Santo. También en Tasco brota la plata. Por el socavón que abre Cortés puede entrar un hombre a caballo. Se explotan los yacimientos de oro en Carabaya, La Paz, Oruro, a 4.000 metros de altura. Un poco más arriba, 4.700 metros, se descubre la mina de plata en el cerro de Potosí. La plata nos persigue. Se localizart vetas en Guanajuato y Santa Bárbara. Apenas han transcurrido cincuenta años. Hablé antes de la lentitud del tiempo minero. ¿Qué es lo que nos pasa ahora? Una fiebre. Se viaja, se escribe, se labora, se inventa, se abren nuevas rutas entre el Lejano Oriente y los primeros países de la nueva España. Bartolomé Medina aplica en Pachuca el «procedimiento de patio» para el beneficio de los -metales mediante el azogue. Un cura de Lepe, Alvaro Alonso Barba, inventa en Tarabuco el procedimiento de «cazo y cocimiento» para minerales de plata. Media el siglo XVIL Se edita el Arte de los metales, de Alonso Barba. Es una obra de intención humilde, pero su versión aparece más de 35 veces en más de seis idiomas. En el siglo XVIII los hallazgos se continúan. Antonio de Ulloa descubre el platino en las minas de Chocó. En el último tercio del siglo se funda la Real Academia de Minas de Almadén, contemporánea del Real Seminario de Minas de México. Fausto Elhúyar descubre el tungsteno en Europa, y se incorpora a México como director del Real Seminario, y Manuel del Río encuentra el vanadio en el plomo pardo de Zunapán.

Terciado el siglo XIX retornamos al viejo solar hispano. Ha sido un sueño maravilloso en el que España se ha olvidado de España. ¿Y ahora?

Ahí están todavía los grandes tajos romanos. Le toca la suerte a Europa, que inventa la técnica, el capital, y con ello el espiritu de empresa. Un historiador inglés da cuenta de más de setenta compañías británicas dedicadas a la minería del hierro en España, y en los últimos treinta años del siglo pasado salen para Europa más de cien millones de toneladas de ene mineral. No hay dinero. Los yacimientos de Río Tinto se ve den en 1870 a la Río Tinto Mines Company. Almadén, Al Maden, La Mina; como indica su nombre árabe, se hipoteca con motivo de u famosa operación de préstamo, dando a la casa Rotschild el dominio práctico del criadero más rico del mundo. Y buena parte del desarrollo industrial de Europa tiene lugar a expensas de la minería española.

Resultados prometedores

Actualmente se ha revitalizado mucho la investigación en España. Y los americanos del Norte, que no tienen pasado, rastrean el nuestro en Las Médulas, en Mazarrón, en Tapia de Casariego, en la serranía de Huelva, llevando a cabo su investigación en las inmediaciones de las cortas romanas. España se ha despertado ya, y empieza a investigar con ritmo acelerado y creciente. Los resultados son prometedores. Falta un largo camino por recorrer. Estamos empezando, y lo estamos haciendo con bue tino.

¿Cuál es el futuro? Los ingenieros de Minas, junto con técnicos de otras muchas profesiones, nos estamos reuniendo demasidas horas en tomo a las mesas redondas, cuando sabemos de sobrá que las buenas ideas se paren en solitario, y que la naturaleza es un fuente cuya observación minuciosa y continuada constituye un aprendizaje insustituible. El corolario que se extrae de esta consideración es evidente.

El tránsito del siglo XVIII al XIX no ha podido ser más brillante para la ingeniería de minas es ñola. El del XIX al XX es algo descorazonador.

¿Cómo será el tránsito entre los siglos XX y XXI? ¿Acertaremos a encontrar el camino antes de que se nos nuble la vista con el petulante humo de las chimeneas?

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