El cancionero de Segovia
A lo largo de los siglos XV y XVI, los músicos españoles, recogiendo la tradición hispana medieval y en contacto con las corrientes más avanzadas de Europa, fijaron definitivamente una escuela polifónica religiosa y profana, enormemente atractiva y característica de nuestra Península. La mayor parte de esta música se contiene en diversas colecciones recopiladoras, cuyo material ha sido objeto de estudio por los musicólogos desde mediados del pasado siglo.
El impresor segoviano Vicente Acero ha logrado una verdadera joya bibliográfica con la edición facsimilar del Cancionero de la catedral de Segovia, que ha costeado la Caja de Ahorros y Monte de Piedad. de la capital castellana para celebrar dignamente los cien años de su existencia. El magnífico volumen viene prologado por el director de la, Caja, señor Albertos, por el marqués de Lozoya, por el canónigo archivero de Segovia, don Hilario Sanz, y por Ramón Perales, director del Cuarteto Renacimiento.
Cancionero de la catedral de Segovia
Edición facsimilar del códice de la Santa Iglesia Catedral de Segovia, realizada por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia y dirigida por Ramón Perales de la Cal.Segovia, 1977.
El Cancionero de Segovia se contiene en un códice manuscrito que fue descubierto el año 1922 por el musicólogo Higinio Anglés en el archivo catedraficio. Al parecer, procedía del Real Alcázar y fue cedido a la catedral en época indeterminada, anterior a 1862, pues se salvó del incendio.de las estancias reales del Alcázar en esa fecha. El mismo Anglés, que estudió este importante códice musical, asegura que, fue copiado casi en su totalidad por un solo amanuense. Unicamente desde el folio 207 (consta de 228) hasta el final interviene otro copista.
La recopilación contiene 204 composiciones y deja bien claro el predicamento que tuvo la música en la corte de los Reyes Católicos en Castilla. La reina Isabel era muy aficionada y se hacía acompañar de numerosos poetas y músicos. Gustaba de oír canciones y villancicos profanos en su cámara. Los motetes y cantos religiosos estimulaban su devoción. Su hijo, el malogrado príncipe don Juan, tuvo a gala cantar junto a los mozos de su propia capilla y' dícese que en sus aposentos se podían contemplar un claviórgano, órganosy clavicímbalos e clavicordio e vihuelas de mano e vihuelas de arco eflautas; e en todos estos instrumentos sabía poner las manos... Otras referencias a los ministriles de la corte castellana nos confirman la existencia de capillas musicales españolas algunos años antes de la llegada del emperador Carlos y su capilla flamenca. Destaquemos en este período al vasco Juan de Anchieta, maestro del infante don Juan, y Juan del Enzina.
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