Washington, entre el optimismo y la cautela
El Departamento de Estado norteamericano calificó ayer como «bueno y positivo» el viaje del presidente egipcio, Anuar el Sadat, a Israel. Sin embargo, en los círculos políticos se mantiene una actitud expectante y crece el temor de que el espectacular viaje no sirva en la práctica para nada.
El portavoz oficial del Departamento de Estado añadió que el Gobierno norteamericano no había intervenido en la preparación del viaje y que se había limitado a hacer de mensajero e intermediario a través de sus embajadores en la zona. Añadió que no pueden emitirse mayores comentarios hasta que no se posea más información, y expresó su confianza en que la conferencia de paz de Ginebra se reanude antes de fin de año.Por su parte, el presidente Carter calificó el viaje de Sadat como una «contribución a la causa de la paz». Durante un oficio religioso en la iglesia baptista cercana a la Casa Blanca, Carter pronunció una oración por la paz en Oriente Próximo, y después de referirse a Begin y Sadat como hombres profundamente religiosos, dijo que «nadie puede predecir los resultados de la historica reunión de este fin de semana».
La visita de Sadat a Jerusalén fue televisada en directo por las tres grandes cadenas de televisión norteamericanas, y ocupa la mayor parte del volumen, informativo de los diarios. En la poderosa comunidad judía estadounidense la reunión Sadat-Begin fue acogida muy favorablemente, en especial porque significa el reconocimiento oficial del Estado de Israel por un país; árabe.
El optimismo no alcanzó, sin embargo, a los medios políticos y diplomáticos, donde se subrayaba que Sadat y Begin no han hecho mas que expresar sus mutuos deseos de paz, pero sin aportar ninguna medida concreta que pueda contribuir a sacar a la crisis de Oriente Próximo del impasse en que se encuentra. El problema reside ahora en cómo trasladar ese espíritu pacificador a la mesa negociadora de Ginebra, que sigue en idénticas dificultades que antes, señalaron fuentes diplomáticas.
No falta quien piensa que el viaje de Sadat podría ser incluso contraproducente, ya que está provocando una reacción en otros países árabes y se teme una posible radicalización de las posturas de ciertos Estados, sin contar por supuesto a la OLP, que ya expresó duramente sus críticas a la iniciativa del líder egipcio. El ex secretario de Estado, Henry Kissinger, se mostró preocupado por un posible fracaso de la visita, que colocaría a Sadat en una situación muy delicada y que, añadió, quizá le obligará a adoptar una postura radical.
En cualquier caso, parece evidente que la diplomacia norteamericana ha quedado un poco sorprendida por esta iniciativa de Egipto e Israel y no acaba de ver claramente por el momento cómo podrá influir la visita de Sadat al Parlamento israelí en los planes de paz para la zona elaborados por Washington y que se han convertido en un elemento básico de la poIítica exterior de la nueva Administración demócrata. Hasta el momento, pues, los norteamericanos adoptan una actitud de wait and see, esperar y ver, antes de comentar con más profundidad el acontecimiento, o emprender alguna nueva iniciativa.
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