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Consenso para la fiesta

Estaban, cuando el franquismo, en que si vinieran los rojos se acabaría la fiesta de los toros. «Los rojos están contra la fiesta de los toros; ya veréis, ya veréis.» La verdad es que quienes estuvieron a punto de acabar con la fiesta fueron los propios Gobiernos franquistas, uno detrás de otro, porque no hicieron nada para apoyarla y dieron paso y bendiciones a todo cuanto podía acabar con ella.Un ejemplo, si vale: la única etapa en que el medio de difusión por antonomasia de aquel Estado dedicó espacios y espacios y espacios a los toros, la televisión, fue para divulgar las fazañas de El Cordobés y magnificar el fenómeno del cordobesismo. Es decir, que en RTVE tuvo, tiempo y tiempo, divulgación amplia el antitoreo; la caricatura de la fiesta, que acabó siendo burla; la degeneración, hasta el misino absurdo, del toro de lidia. Esta etapa, en la que, además, se prohibió entrar a las plaza a los niños, hay que conocerla bien para explicarse todo lo que ha ocurrido" después en el mundo del toro.

Ahora , aquí la democracia, los partidos políticos -derecha e izquierda- se han pronunciado sobre el fenómeno taurino. El viernes estuvieron en Revista de Toros, de RTVE, representantes de Alianza Popular, Unión del Centro Democrático, Partido Socialista Popular, Partido Socialista Obrero Español y Partido Comunista. Y hubo consenso favorable a la fiesta. La opinión fue unánime: se trata de un fenómeno cultural de hondas raíces; es profundamente popular; fiesta nacional, que entra de lleno en nuestro concepto estético de la vida, del valor, del dominio.

También hubo unanimidad en la necesidad de revisión de las estructuras del espectáculo; en que la fiesta se devuelva al pueblo; en que se propicie un incremento de cafidad de la lidia, en todos los órdenes, precisamente para bien del pueblo. La intervención de Pablo Castellano, en este sentido, fue muy Icertada y profusa en sólidos argumentos: hay que acabar con los contratos leoninos de los propietarios de las plazas (diputaciopes, ayuntamientos), que benefician a contadas empresas; tiene que mejorar el nivel económico y social de subalternos y modestos. También se vio en las escuelas taurinas un buen instrumento de revalorización del toreo y promoción de los jóvenes aspirantes.

Y así están las cosas. Vinieron los rojos y está claro que no quieren acabar con los toros, sino devolverles el carácter popular que otros les hicieron perder durante tres décadas largas de ceguera, de incompetencia o de malicia (o todo a la vez). Los de centro y de derecha (con Fraga), que ya estaban, reaccionan y se ponen en la misma línea. Alguien dijo en la referida emisión que la nueva época que empezamos a vivir va a poner muchas cosas en su sitio y una de ellas es la fiesta, que fue sustraída al pueblo para ser manipulada por muy concretos grupos de presión.

A ver si es verdad que, entre lodos, se arregla este asunto. Habló el pueblo, y el pueblo quiere hacerlo. Hace falta ahora que los profesionales del toreo obren en consecuencia.

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