Estreno de "El rey de las estrellas", de Strawinsky
Se escucha hoy en Madrid, por vez primera, una breve e importante obra de Strawinsky: la cantata El rey de las estrellas (Zvezdoliki), Compuesta en 1911 por su autor en su finca rusa Oustilug, está basada en textos de Balmov, poeta simbolista de Rusia, acaso el más significativo en unión de Merejkowski y Brioussov. Todos ellos, junto, a otros escritores y artistas plásticos, formaban el grupo El mundo del arte, nacido en torno a la revista que fundara Diaghilew. La voluntad reformadora, antiacademicista, exaltadora de lo individual y original, perfeccionista de las formas, animaba las intenciones del movimiento, notablemente influido por los simbolistas franceses.De Kostantin Balmov se ha dicho que fue el más musical de los poetas rusos de su tiempo. En efecto, fueron bastantes los compositores que utilizaron sus versos, cuando no sus sugerencias literarias para componer música instrumental, tal es el caso de las Visiones fugitivas, de Prokofiev. Preciosista en el lenguaje, verdadero modernista más que otra cosa, el mismo Strawinsky confiesa: «Es oscuro, tanto como poesía, cuanto como misticismo, pero sus palabras son buenas y yo tenía necesidad de palabras, no de significados. Todavía hoy no sabría decir la significación exacta de Zvezdoliki. »
Un pequeño coro y una muy grande orquesta desarrollan los cinco minutos que dura la cantata. Dedicada a Claudio Debussy, el creador del impresionismo musical respondió con una carta importante como estimación y como augurio: «La música del Rey de las Estrellas es toda ella extraordinaria. Se trata, quizá, de la armonía de las esferas eternas, de Platón. Salvo en Sirio o AIdebarán, no preveo ejecuciones de esta cantata para planetas. Por lo que concierne a nuestra más modesta Tierra, una ejecución se perdería en el abismo.» El propio Strawinsky, en las Crónicas de mi vida anota cómo por el importante equipo orquestal y la complicada entonación de los coros, la cantata está sin estrenar. Sólo sonará, por vez primera, en 1939, interpretada bajo la dirección de Franz André en la radio belga.
A pesar de la brevedad -y en parte por ella misma- El rey de las estrellas es página sumamente significativa. Hay en ella puntos de contacto con obras anteriores y contemporáneas de Strawinsky, sobre todo por lo que se refiere a las concepciones armónicas. Mas, como escribió Darius Milhaud, hay una atmósfera poética completamente nueva. Nos maravilla su transparencia sonora, un increíble misterio que envuelve esta música en una ternura un tanto extraña.
El compositor asume la palabra poética, de una parte, y el sentido de homenaje a Debussy, por otra, para traducir a Bamov a través de una sintética retórica, cambiante e incandescente y para sumergirse, plenamente, en un mundo de talante debussista. Pentagramas plenos de belleza, fascinantes, entre distanciados y místicos, ayudan a comprender la trayectoria seguida por el autor de La consagración, desde ese mismo ballet, a las creaciones de su última etapa.
Fedele d'Amico resume el sentido del texto oscuro de Balmov: ese «hombre del rostro estrellado» no es sino un apocalíptico Cristo que arrastra a los hombres a través de siete círculos siderales camino del desierto. Estamos, pues, ante una música de extraño, pero inequívoco, sentimiento religioso más dado a formulaciones estéticas que éticas.
Babelia
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