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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El valor de la ironía

Raza, el espíritu de Franco junto con Tigres de papel puede considerarse como el filme revelación del pasado certamen de San Sebastián. Los dos suponían una nueva forma de ver, hacer y pensar el cine en Espana; cada cual en su estilo y a su manera, ambos como representantes de un arte de hoy, español y, sobre todo, nuevo, obteniendo el día de su presentación dos claros y rotundos éxitos.Como todos sabemos, la ironía es arma de mentes civilizadas o por lo menos lúcidas. La panoplia de las viejas ideas, suele nutrirse en estos casos de mensajes mesiánicos, imágenes de archivo, pasando nostalgias mal encubiertas o futuros peligros para quien no comulgue con los propios íncubos. Gonzalo Herralde, en cambio, tan sólo con la ironía, es decir, con bastante inteligencia, ha construido un filme sobre las ruinas de otro filme que debió servir de ejemplo en su tiempo para todas las familias españolas, mostrándonos no sólo lo que cierto cine tiene de perecedero, sino cómo incluso ese cine puede volverse del revés, por irreversible que si realidad nos parezca.

Raza, el espíritu de Franco

Un filme de Gonzalo Herralde. Fotografía: Tomás Pladevall Cámara: Juan Minguell. Con la intervención de Pilar Franco Y Alfredo Mayo. España, 1977. Local de estreno: cine Bellas Artes.

Dejando hablar a la hermana de Francisco Franco, guionista de Raza y a Alfredo Mayo, protagonista principal, a ratos con humor y a ratos justificándose, distanciándolos en el tiempo o acercándolos hasta momentos actuales, el realizador despierta el interés, provoca: el paso de lo trivial a lo trascendental con aparente facilidad, reconstruyendo un momento del acontecer inmediato de España que concluye con una declaración de principios que, como un círculo cerrado, pone fin a la historia en el mismo lugar donde comienza.

La vida de la familia Franco por un lado, sumada a la del héroe de tanto cine de ficción política, desmitificado por sus propias palabras y el paso implacable de los años, componen un mosaico fundamental para el conocimiento de cierto tipo de realidades y razones mal conocidas o expuestas vagamente en intentos similares anunciados como reveladores y reducidos a la hora de la verdad a puras y singulares pretensiones.

Por el contrario, el filme de Gonzalo Herralde nos acerca a un capítulo de nuestra historia actual, que a todos nos atañe, presentando unos hechos tal como fueron y a la vez tal como quisieron hacérnoslos ver, mostrando «la verdad oculta tras todo un aparato discursivo que el mismo Franco estableció».

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