Joaquín Garrigues Walker,
ministro de Obras Públicas, parece dispuesto a transformar la tradicional imagen de los ministros, esencialmente en lo que respecta a su trato con sus subordinados. Ayer invitó a su chófer oficial y al policía de escolta a tomar un café en un local comercial de la calle Orense. El chófer, salió, al parecer, nervioso y entusiasmado por la invitación del ministro y, se olvidó de cerrar el coche oficial. Al salir de la cafetería, ministro y séquito comprobaron que el vehículo había sido robado.
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