Mientras el mundo admira la ganadería de bravo, el Estado español la ignora
Mediante análisis de sangre efectuados en las ganaderías donde aparecen más acusadas las características de las castas originarias, el equipo de¡ departamento de Genética, de la Universidad de Zaragoza, que dirige el profesor Isaías Zarazaga, pretende llegar al conocimiento profundo de la situación genética de dichas explotaciones. Pero a estas técnicas une, simultáneamente, otras, para eliminar el mayor número de posibilidades de error.Según el profesor, en el cuerpo del animal adulto se producen muchas variantes morfológicas y estructurales con el paso del tiempo, mas no en el cráneo, que permanece casi inalterable. Por ello, han emprendido la tarea de medir las cabezas de reses seleccionadas, al objeto de lograr las distancias morfométricas; operación que es delicada y compleja, requiere 48 mediciones milimétricas distintas, y emplea más de una hora por cada ejemplar. Con los resultados se establecerán las relaciones y diferencias entre líneas y familias genéticas. Hacen mediciones también de toros antiguos, y los datos que con ellos obtienen tienen un valor incalculable, pues las cabezas disecadas son la única referencia palpable que nos queda de las castas originarias.
Una técnica original (aunque inspirada en la de los antropólogos) del profesor Zarazaga, a unir a las anteriores, es el registro, procesado y estudio de la huella nasal del toro, que es hereditaria y, como ocurre con la huella digital humana, puede estar ligada a cierta identificación.
Finalmente, el equipo del departamento mencionado investiga las posibilidades de conservar a medio y largo plazo el semen del toro, en el camino de las técnicas de congelabilidad que inició el doctor Domingo-Carbonero. Se pretende recoger y estudiar, para su utilización en el futuro, el semen del toro vivo y el del que salta a los ruedos. La incógnita es, de un lado, qué alteraciones experimenta ese semen al producirse el stress que el astado sufre durante la lidia y, de otro, si su congelabilidad a largo plazo es efectiva.
Los datos y conclusiones obtenidos con estas cuatro técnicas (entre otras) se interrelacionarán y podrán dar resultados de enorme valor para el criador de reses bravas y para la zootecnia. Los ganaderos lo entienden así, han acogido como propio el programa del profesor Zarazaga, y lo han incluido como base de una investigación multidisciplinar, que estudiará también pastos y alimentación, enfermedades parasitarias e infecciosas, etcétera.
Junto a los genetistas, colaboran en el mismo, patólogos, nutrólogos y edafólogos. Este proyecto de investigación lo han presentado, con petición de que sea llevado a la práctica, a la comisión asesora de Investigación Científica y Técnica de la Presidencia del Gobierno y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Ofrecen, además, un fondo de doce millones de pesetas, como aportación al mayor gasto que estos trabajos han de suponer.
Y aguardan la contestación. Con esperanza, pero también sin demasiadas ilusiones, pues les queda la amarga experiencia de la desatención que los sucesivos Gobiernos espanoles han tenido siempre hacia la cuestión del toro de lidia. Desatención que es a su vez ceguera, puesto que esta raza es única en el mundo; y no se ha hecho nada, a nivel de Administración, ni para su mejora, ni para su conservación, ni para estimular su pervivencia, sea en el orden económico, sea en el moral.
El toro de lidia ha seguido la suerte de la fiesta misma: a ambos se les ha ignorado. Y ahora hay quien utiliza la coartada falaz de que no es mucha la gente que acude a las corridas, cuando, aparte de lo que tiene de discutible semejante aseveración, ha sido el propio poder público el que, no se sabe si por malicia o por incompetencia, ha provocado la erradicación del carácter eminentemente popular del espectáculo. Esta actitud es de mayor gravedad en lo que afecta a las explotaciones de bravo, pero también posee cierta lógica: la política del anterior Estado era de inauguraciones y éxitos a corto plazo, cara a la galería, mientras que lo que la ganadería necesita es investigación responsable (trabajo concienzudo y callado, por tanto), con rentabilidad a largo. plazo. Esto no suele interesar a las dictaduras (por lo menos a la que tuvimos, no le interesó), las cua les se justifican, día a día, con realizaciones de gran aparato.
Por eso la labor personalísima y esforzada de los criadores de toros de lidia merece el público reconocimiento. Su labor está al nivel de la realizada por sus cole gas ingleses, de fama indiscutida y así se les reconoce en los ámbitos ganaderos y científicos internacionales. El toro de lidia español y el elemento humano que lo hizo posible, son objeto de admiración en todo el mundo. Su trabajo ha sido -podría decirse- artesanal y de inmejorables resultados, ya que mediante penosos métodos de reproducción productivos han creado un fenotipo que es orgullo nacional; bellísimo en su aspecto; con características de comportamiento exclusivas; objeto de espectáculo singular y, a su vez, valiosísimo para la etnología comparativa.
Y todo ello -habremos de recalcar-, sin apoyo, ni siquiera moral, y por añadidura teniendo que hacerse de hielo ante la injusticia y la indignidad de que, mientras tanto, otra s especies animales no autóctonas, no de mayor calidad específica, no más atractivas, no más necesarias, quizá suficientemente investigadas en otros países, tiene, en éste, estudio, amplios espacios de divulgación en medios estatales, retorica, apoyo economico y lo que haga falta.
Los ganaderos de bravo no recuer an ninguna ayuda sustancial que les haya llegado del Ministerio de Agricultura donde, sin ir más lejos, hace muchos meses que presentaron el libro genealógico de las ganaderías -según oímos decir en la Unión de Criadores-, sin que hasta la fecha haya tenido aprobación. En Icona tampoco merecen acogida las peticiones de ayuda, ya que este organismo sólo se dedica a la defensa de las especies salvajes.
Hay hechas sugerencias -creemos que a Icona, precisamente- de que se cree en el coto de Doñana la gran reserva estatal del toro bravo. El profesor Zarazaga opina que sería mejor crear varias reservas, tantas como castas, que se establecerían en los terrenos naturales de su origen, dado que, en otro caso, pastos, climatología y restantes variantes de la zona podrían determinar la modificación de las características peculiares de las reses.
De cualquier forma, los criadores de toros de lidia ya no pueden continuaren el desamparo. O la especie seguirá degenerando, hasta su extinción. Hay una gran responsabilidad en el nuevo Estado democrático, que tiene muchas tareas sobre sí, es cierto, pero que ninguna de las cuales hace inviable la urgente atención a la ganadería de bravo. Nuevas generaciones sentirán vergüenza de un período de nuestra historia en el que se dejó perder, estúpidamente, la riqueza que con tanto esfuerzo consiguieron generaciones anteriores.
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