Francisco José Mayáns,
director general de Teatro, tuvo que esperar media hora, como el resto del público, a que la censura autorizase la representación de No hablaré en clase, en la Sala Cadarso. El censor suprimió algunos detalles de escenas, que luego se darían íntegras al responsabilizarse del hecho el señor Mayáns. La obra se representa desde el mes de febrero, pero la censura de Madrid goza de todos los poderes.
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