Dieter Roth
La galería aparece ocupada, fundamentalmente, por sonidos -en este caso: audición del ruido ambiente de unas perreras, recogido en grabaciones que ocupan justamente veinticuatro horas-, el sonido en un día de la vida en las perreras.Colgados en las paredes, constituidos en forma tal que rememoran el enrejado que forman las jaulas de las perreras, aparecen listones de madera vieja sobre los que se encuentran pegados contactos fotográficos con múltiples tomas, tanto de perros individualmente como de vistas generales de las jaulas -las fotografías, al menos aparentemente, recogen también los diferentes momentos de la vida de los animales en el transcurso de veinticuatro horas.
En una mesa, un álbum fotográfico que reúne las ampliaciones de los contactos adheridos a las maderas, varios cuadernos de apuntes (dibujos, etcétera) del propio Roth y un cuaderno que recoge los dibujos que sobre el tema del perro han realizado los dos hijos del artista alemán.
Dieter Roth
Galería AeleClaudio Coello, 28 (entrada, Puigcerdá)
En la misma sala en que se encuentra la mesa, un micrófono recoge el ruido ambiente que se produce en la galería durante las horas que ésta permanece diariamente abierta al público.
Este montaje y la toma de grabación se mantendrá durante los quince primeros días de los treinta totales de que cuenta la muestra. A partir del día número dieciséis desaparecerán los listones de madera y las varillas que lo sustentan, quedando tan sólo el perfil de éstos dibujado -negro- sobre el muro en blanco.
La cinta de sonido ambiente grabada durante los quince días, antes mencionada, sustituirá a aquellas que recogían las veinticuatro horas de un día en las perreras, mezclándose, por tanto, el sonido de éstas con los sonidos producidos intencionada o accidentalmente por los espectadores. El día número dieciséis, pues, se oirá, la cinta del primer día de exposición; el día número diecisiete se oirá la cinta del segundo día de exposición, y así sucesivamente hasta terminar las quince grabaciones obtenidas.
Dos notas al montaje
Primeramente, redundar en el aspecto que me parece esencial en el montaje de Dieter Roth: evocación de la memoria o, mejor, provocación intencionada de la memoria. Si en el primer período de la exposición lo que se puede captar son los vestigios -visuales y auditivos- de unas circunstancias determinadas (en este caso concreto, la vida de unos perros encerrados en las perreras), en el segundo período el montaje atiende a una doble caracterización de la memoria: huella del soporte visual (la desaparición de los listones de madera y la permanencia de su perfil en el muro), y en segundo lugar, repetición del sonido original y su alteración mediante la huella de las alteraciones sonoras a las que dicho sonido ha sido sometido en el primer período (sustitución de unas cintas por otras).Con ello me parece que, independientemente de las características específicas del caso concreto aquí elegido, lo que se plantea a nivel conceptual queda suficientemente expresado: tomar un ámbito que por el mero hecho de ser elegido es distorsionado, trasladarlo para repetirlo, en sus formulaciones más evidentes y, por tanto, someterlo de nuevo a distorsiones, en este caso múltiples e imprevisibles para el autor (quien, por cierto, tan sólo conocerá el resultado del montaje realizado por vestigios, huellas de memoria, ya que no se encuentra en España), y con ello ir degradando sucesivamente la evocación/ memoria primera -nadie puede impedir sucesivos montajes de las mismas fotografías con diferentes cintas grabadas que recojan los distintosa mbientes de paso de la exposición.
En segundo lugar, mencionar mi renuncia a entrar en las evocaciones que una obra como la comentada parece obligatorio suscitar o, lo que es lo mismo, en una idea tan próxima a ser una mera alteración de significados, renuncio a entrar en un contenido ético -contenido que me atrevo, en todo caso, a adjetivar de moralista en cuanto se atienda al juego ámbito perrera/ámbito galería y que me parece, cuando menos, seguramente discutible.
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