Injusto: no hubo orejas para el Oso Yogui
Los indios malos -¡zas, zas, zas!- lanzaban flechas que se quedaron clavadas en un tronco. Y el Oso Yogui las remontaba como escalera. Luego se zampaba una tarta. Salía Bubu y le decía con esa cara de escuchar discursos que tiene Bubu: «Oye, Yogui, ¿qué sombrero era ése que te comiste?». Y ja, ja, ja. Uno lloraba de risa y es de creer que la audiencia, millones de teleespectadores, lloraba de risa también. Pero ocurrió un percance, un incidente, no se sabe si una avería, y RTVE tuvo que conectar con la plaza de toros de Zaragoza.Bueno, antes de lo del Oso Yogui ya había estado conectada. Fue una hora o así. La horita amarga, que llaman. Salieron Palomo y Dámaso González y pegaban pases. Salió Raúl Aranda y dio dos derechazos buenos pero luego pasaba fatigas para matar. Salieron tres toros que sí tenían cara de toros, pero se caían. Ver pegar pases a toros que se caen y pasar fatigas con toros que se caen es algo así como si le mecieran a uno. Y, además, a la hora de la siesta. Y, en esto,- ¡el Oso Yogui! iBieeen! -exclamaban las amas de casa, enfermos, impedidos desocupados y algunos críticos que somos quienes estamos en casa a esas horas (todos por obligación, claro). ¡Qué risa, el oso! Y además anda con mayor garbo que algunos toreros cuando van a citar al toro.
Plaza de Zaragoza
Cuarta corrida de Feria. Toros de Manuel González, bien presentados, flojos. Palomo: Oreja. Cogido de pronóstico reservado y la cuadrilla da la vuelta al ruedo. Dámaso González: Vuelta. Dos orejas. Raúl Aranda: Aviso. Dos orejas y rabo.
Bueno, pero, ¡qué remedio!, otra vez lo de Zaragoza. Cuando conectaron, Palomo estaba hecho un Ecce Homo -¿qué ha pasado aquí?-, pues le había cogido el toro. De manera que menos, bromas. Siguieron los pases a cientos y en vendaval con el señor Dámaso. Y luego, cosa curiosa, toreo, pues Raúl Aranda apuntó bien la verónica, y dio dos chicuelinas; El Alba y Pepe Gracia colocaron dos buenos pares de banderillas, y en la muleta hubo algunos derechazos y afarolados de calidad.
Los toros se seguían cayendo, naturalmente, pero, ¿quién reparaba en esto? El público zaragozano se quedaba como mudo cuando caían los toros. Y en cambio armaban un alboroto. por una simple oreja. Las cosas tan extrañas que suceden en el mundillo taurino. ¿Qué es más importante, una oreja o un toro? ¿La oreja es parte del toro o el toro de la oreja? Cinco orejas y un rabo les dieron a los toreros. Ninguna al Oso Yogui. Es injusto y protesto.
Babelia
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