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El Gobierno británico, fortalecido tras el congreso laborista

Juan Cruz

La asamblea laborista que termino ayer en Brighton ha dejado más unido que nunca al partido del Gobierno, cuyo líder, James Callaghan, puede pensar ahora con tranquilidad en la convocatoria de elecciones generales, que podrían venir antes del otoño de 1978.Todos los elementos que pudieran haber desatado controversia en esta asamblea anual quedaron sobre la mesa, para que el ejecutivo del partido los reconsidere en privado este mismo año. No ha habido ninguna escisión en el partido, ni el primer ministro ha sido retado para que lleve adelante medidas radicales.

Incluso en el tema del control del armamento nuclear, la política del Gobierno salió triunfante de la conferencia de Brighton. Una moción en la que se pedía queel Reino Unido anulara los compromisos que permiten que Estados Unidos mantenga aquí bases nucleares fue remitida por los delegados al ejecutivo, que había aconsejado la reconsideración del texto presentado a la vista de las recientes declaraciones del presidente norteamericano, Jimmy Carter, sobre desarme nuclear.

El ejecutivo laborista calmó a los delegados que querían una política radical y unilateral de desarme, diciendo que ahora existía la posibilidad de que las grandes potencias se propusieran una accion conjunta.

Noel Baker, un premio Nobel científico, miembro del Partido Laborista, apoyó la moción en la que se exigía el desarme unilateral. Un diputado parlamentario de la izquierda del laborismo declaró que era necesario acabar con las bases nucleares estadounidenses, porque eran un peligro en suelo británico, sobre el que el Gobierno de este país no tenía control alguno.

Como ocurrió con los debates sobre la línea económica del Gobierno y sobre la cuestión de la permanencia de Gran Bretaña en el Mercado Común, triunfaron las resoluciones moderadas.

Donde la actitud del Gobierno ha resultado criticada de manera formal ha sido en lo que se refiere a Africa del Sur. Londres debe apoyar moral y materialmente a los guerrilleros de Rodesia y debe aplicar sanciones económicas al Gobierno de la República de Suráfrica. En ningún caso, el Gobierno está obligado a seguir las resoluciones de la Asamblea. Tampoco está obligado a acudir a las próximas elecciones con otro objetivo que los delegados han fijado como reivindicación laborista: la abolición de la Cámara de los Lores.

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Pero esos han sido detalles menores de la conferencia laborista. Lo que se ha advertido es una docilidad inesperada de la base del partido. Esta actitud debe preocupar a los conservadores, que el próximo martes comienzan su propia asamblea anual. Desde 1974, cuando perdieron las elecciones, los tories esperaron que una crisis en las relaciones del liderazgo laborista con el ejecutivo y con el ala izquierda del grupo que está en el poder precipitaría la caída del Gobierno de James Callaghan. La asamblea de Brighton ha confirmado al primer ministro en su puesto de jefe del partido y le ha devuelto la confianza en su gestión política y económica.

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