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Los intelectuales, contra la "caza de brujas", en Alemania Federal

El «aislamiento espiritual» de Alemania Federal empieza a ser un hecho. Un político que ha influido notablemente en esa sicosis, el democristiano Bernhard Vogel, hermano del ministro de Justicia, ha dicho que «lo que hay que hacer es luchar contra la confusión espiritual de la población» y ha ideado un método para distinguir entre terroristas y «simpatizantes», por un lado, y gente sana, por otro. Todo aquél que diga «banda Baader-Meinhof» en lugar de «organización» o «grupo», puede considerarse libre de sospechas.

Sobre este criterio, la policía ha corregido, una cifra de simpatizantes: de 5.005 personas con 2.557 vehículos, ahora se habla ya de 15.000. La policía alemana afina aún más y dice que basta mostrar «neutralidad respecto a la represión del terrorismo» para caer entre los sospechosos de connivencia.Entre los sospechosos figura Böell. El anuncio de una entre vista con el jefe socialdemócrata, Brandt, bastó para que la prensa de Springer (Die Welt y Bild) hablasen de una «reunión conspirativa». Los dos periódicos pidieron en su día que Böell «se marchase a otra parte con su peligroso espíritu».

La campaña montada desde los sectores conservadores contra la persona de Heinrich Böell ha llevado a una reacción contraria en el mundo intelectual alemán. En un congreso de politólogos, éstos han protestado en Bonn contra la difamación de que son objeto las Ciencias Sociales, al vincularse la crítica de la sociedad alemana con el terrorismo. Un tribunal ha interceptado el libro publicado por Quenter Wallraff en el que reúne sus experiencias como redactor infiltrado en el periódico sensacionalista Bild de Springer y en el que denuncia la deformación sistemática de la realidad en los artículos que publica este diario reaccionario.

Günter Grass

La intervención más contundente contra la presión derechista sobre los intelectuales alemanes en estos días ha sido, sin duda, el candidato al Nobel de Literatura, Güenter Grass. El diario en que se recogen, el más liberal del espectro informativo alemán (Frankfurter Rundschau), titula: «Estimados en el extranjero y odiados en el propio país.» Grass ha pedido la intervención del presidente federal, Walter Scheel, a quien el diputado cristiano demócrata Carl Soranger ha llegado a acusar de «afirmaciones aventureras» sobre el terrorismo. Los sectores independientes se preguntan a qué nivel está llegando este país cuando en él un parlamentario llega a expresar dudas sobre si el jefe del Estado no estará en favor de los terroristas.Grass denuncia en sus declaraciones al Frankfurter Rundschau el «hallazgo» de la palabra «simpatizante», introducida precisamente ahora en el lenguaje político.

Caza de brujas

Hablar de simpatizantes, dice Grass, significa desatar « una caza de brujas, como la actual, contra escritores, intelectuales y eclesiásticos, una caza de brujas que cada vez llega más lejos, que se hace notar ya en las redacciones de los periódicos». Según Grass, el resultado de esta actitud llevará a «un triunfo de los terroristas: a que. consigan algo que jamás hubieran soñado lograr con sus actos de terror, conmocionar la democracia parlamentaria y el Estado de Derecho».Grass denuncia como manifestación especialmente peligrosa el veto al ejercicio profesional interpuesto contra los llamados «radicales», que afecta incluso a los militantes del Partido Comunista, cuya prohibición, pide ahora al jefe cristiano-social, Strauss.

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