Cardenal Tarancón: ''Es necesario ir hacia la socialización de la enseñanza"
«Que las escuelas presten un servicio social y, en este sentido, sean públicas, esto es, subordinadas al bien común de la sociedad y no sólo al interés privado de algunos grupos privilegiados, es una exigencia de un régimen auténticamente democrático, afirma el cardenal Tarancón en la primera de una serie de cartas cristianas, que inicia esta semana en la revista Iglesia en Madrid, sobre La educación en una sociedad democrática. »
Por segunda vez en el espacio de muy pocos días, el presidente de la Conferencia Episcopal se ocupa públicamente sobre el tema de la presencia de la Iglesia en la enseñanza.En ambas ocasiones, el pasado día 26 de septiembre en unas declaraciones a Radio Popular de Madrid y ahora en esta carta cristiana, monseñor Tarancón insiste en la necesidad del diálogo constructivo, sin descalificaciones apriorísticas de nadie, a la hora de estructurar las instituciones todas, no sólo las de la educación, de cara a un futuro auténticamente democrático.
También en uno y otro caso, y por lo que respecta al tema de la educación, el cardenal pone de manifiesto la actitud de cambien con que la Iglesia ha de enfrentarse con ese futuro.
Decía en las aludidas declaraciones a la radio: «Cuando nosotros hablábamos, por ejemplo, de la formación religiosa en las escuelas, decíamos, que la formación religiosa era indispensable porque la Iglesia y el cristianismo es la verdadera religión, porque en España el 99,5 % son católicos, etcétera. Ahora, habremos de plantear quizá la cosa de djstinta manera, fijándonos, precisamente, en1a libertad, que es un valor de la democracia, y en los derechos de las personas y también de los padres. »
Esta actitud de cambio de la Iglesia con respecto a su presencia futura en la enseñanza puede que esté mucho más explícita en su carta de esta semana, en la que, quizá por primera vez en mucho tiempo, la Iglesia española habla
deSocialización de la enseñanza.
En efecto, el cardenal Tarancón, tras matizar el concepto de escuela pública, dice: «Que se vaya decididamente a la socialización de la enseñanza para que todos los niños y jóvenes, sin excepción, tengan igualdad de oportunidades para adquirir la cultura y la educación indispensables es, no sólo legítimo, sino absolutamente necesario en una sociedad democrática.»
Se refiere también, más adelante, a la necesidad de que en el futuro no suceda, como tantas veces hasta ahora, que las escue-las puedan considerarse como empresas prefere ntem ente lucrativas.
No obstante, de las siguientes palabras puede desprenderse también que la reivindicación tradicional de la Iglesia española a mantener sus propios centros educativos no ha variado sustancialmente: «Que los padres cuando los hijos son pequeños.y los jóvenes, cuando puedan decidir por sí mismos, tengan el derecho a escoger la enseñanza, según sus propias convicciones y a todos se les reconozca la libertad efeciva de madurar su propia personalidad conforme a su postura ante la vida, es una exigencia de la propia dignidad personal. »
En el propio seno de la Iglesia católica existen contrapuestas opiniones respecto a esta idea, que suele ser el argumento clave de aquélla para defender no sólo la subsistencia de sus centros con la ayuda económica del Estado, sino también el derecho a la presencia de la Iglesia en la escuela.
En septiembre. del pasaáo año la comisión permanente de la Conferencia Episcopal Española elaboró un documento, sobre los plañteamientos actuales de la enseñanza, en el que se decía: «El hecho de que la mayoría de los ciudadanos son católicos o aceptan una formación religiosa católica, implica la exigencia de que le sea reconocida legalmente a la Iglesia el derecho a llevar a cabo su misión evangelizadora, tanto en la escuela, eri general, como a través de sus propias instituciones escolares. »
Estas palabras reflejan lo que podría. considerarse como la postura de la Iglesia oficial respecto al tema, si bien, como, el propio cardenal daba a entender en la referida entrevista radiofónica, tal vez dicha postura haya cambiado en el breve. plazo de un año, y el argumento de la catolicidad de la mayoria no vayaa seguir siendo usado en el futuro con los mismos matices.
Pero las recientes manifestaciones de monseñor Tarancón podrían estar indicando que hay una cierta aproximación de lajerarquía hacia los postulados críticos de otros.sectores de la. Iglesia en el tema de la enseñanza.
Como ej emplo de estas posturas críticas, y concretamente en. relación con. el argumento de la libertad de, elecció ñ de los padres, es la propia FERE (Federación Españo la de. Re. ligiosos de la Enseñanza) la que en su Análisis crítico de la situación actual de los colegios religiosos, publicado en junio de 1976, dice: «Este derecho de los padres, como todo derecho, no es ¡limitado. Llevado a sus últimos extremos, significaría que habría que multiplicar hasta tal punto el tipo de escuelas que no habría fondos suficientes para su financiación, sobre todo cuando todavía se dan en el país graves insuficiencias de escolarización.»
El cardenal Tarancón concluye su artículo expresando el temor de que, aun coincidiendo casitodos en los post ulados sobre los que debiera asentarse la escuela futura, quizá resulte difícil ponerse de acuerdo en ese diálogo necesario.
«Acabamos de estrenar democracia, dice, pero ni las condiciones ni los hábitos están a tono con esa nueva forma de estructuración político-social. Nos falta a todos experiencia y no sé si auténtica convicción democrática.»
«Es cierto que nuestro pueblo ha dado una prueba de madurez, según dicen todos, y ha votado moderación. Pero es tan fácil que unos quieran mantener las posiciones conquistadas y otros se dejen guiar todavía por la agresividad contra un estado de cosas que les parecía injusto... La consecuencia sería que unos y otros confundiesen la democracia con su sus propios intereses e ideologías y quisieran aprovecharse de la libertad para imponer sus propios criterios, aunque sea con la excusa de la democracia. No estamos acostumbrados a respetar las ideologías y las posturas de los demás. Apenas hemos empezado a dialogar, cuando ya aparecen los hábitos y las agresividades de otras épocas.»
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