La estatua de Espartero, desmontada.
La entrañablemente madrileña estatua ecuestre del general liberal Espartero, que hasta ayer estaba frente al Retiro, ha comenzado a ser desprovista de su peana de piedra, sobre la que se incrustaban magníficos frisos de bronce con escenas de paz y de guerra. Sin que hasta ahora tengamos explicación alguna sobre el hecho, realizado con martillos y gruesos cinceles, los madrileños observamos impotentemente cómo se mete mano a una de las estatuas más peculiarmente propias de la fisonomía ciudadana. Con mucha suerte, tal vez mañana, o pasado manana, algún organismo competente explique que se trata de una reparación para limpiar la estatua o trasladarla a otro lugar, en tanto su peana ya ha sido destruida irreversiblemente a martillazos. Como para que no se vea de frente otra de tantas tropelías a las que a los madrileños se nos tiene acostumbrados, los responsables del hecho esconden parte de la estatua tras un transparente biombo de plástico.
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