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Expectación y violencia en el concierto de Supertramp

Siete mil personas, entusiasmadas

La presentación el pasado lunes en Barcelona de Supertramp constituyó un éxito con el que puede considerarse abierta una temporada de conciertos. Supertramp es un grupo que nunca había alcanzado grandes ventas en nuestro país, por lo cual el hecho de que las entradas para el concierto (unas 7.000) se agotaran el jueves de la semana anterior sorprendió a los propios organizadores. Teniendo en cuenta este dato previo se temía que el Palacio de los Deportes de Montjuich, recinto en el cual se celebraba el concierto, fuera escenario de un espectáculo paralelo: la violencia ambiente entre aquellos que, habiéndose desplazado a Barcelona, deseaban penetrar en el palacio a toda costa. Y, efectivamente, estos temores se vieron confirmados cuando una parte importante de las aproximadamente 5.000 personas que se encontraban en el exterior consiguieron forzar una puerta cuyos cristales habían saltado hechos pedazos en el forcejeo previo.En el transcurso de estos hechos comenzó el concierto a cargo de Milan y Bibiloni, un dúo acústico de Baleares que tuvo que luchar contra la impaciencia de un público que había ido a escuchar a los ingleses. No puede decirse que su actuación fuera un éxito, pero tampoco un fracaso desde el momento en que supieron cortarla antes de cansar a quienes aguantaban en medio de un calor, sofocante la aparición de Supertramp.

Cuando éstos salieron al escenario aquello fue asombroso. La gente coreaba sus canciones, aplaudía en los puntos críticos y ni la organización, ni el personal de su casa discográfica, ni el propio grupo entendían muy bien una reacción tan desmedida.

En cuanto a la actuación en sí, respondió a lo que se esperaba. Supertramp es un grupo de pop inglés, cuya música agradable y suavemente sofisticada no tiene mucho más fondo que el de un trabajo bien realizado y mediante el cual se puede pasar el rato. Nada en ellos existe de oculto, de esotérico, pero su labor, cuyo rastro puede seguirse hasta los Beatles (por ejemplo), posee la suficiente calidad como para no caer en las indignidades comerciales al uso. Su presencia en el escenario, así como el juego de luces, fueron perfectos. La conclusión lógica a este primer concierto de la temporada barcelonesa fue, haciendo abstracción de la gran acogida dispensada al grupo, el ambiente de expectación que rodea a unas actuaciones que siguen conociendo únicamente suelo catalán.

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