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Entrevista:

"Minimizar la importancia del exilio republicano, típica reacción franquista"

Vicente Lloréns, historiador de emigraciones culturales españolas

Algunos autores, como García Escudero, Ricardo de la Cierva y Javier Rubio, han cuestionado recientemente la transferencia del exilio de la guerra civil y afirman que se han sobrevalorado sus repercusiones históricas y culturales. En torno a esta interpretación del fenómeno de la emigración hemos hablado con Vicente Lloréns, protagonista del exilio y uno de los historiadores que más ha contribuido a la recuperación de su memoria con obras fundamentales como Liberales y románticos, y Memorias de una emigración.

Bajo su patrocinio moral se ha realizado el estudio más completo que sobre el exilio republicano se ha publicado en España: el trabajo colectivo dirigido por José Luis Abellán, que ha editado Taurus.-¿Qué opina de los intentos de minimizar el significado de la última emigración?

-Pienso que es una típica reacción franquista. El franquismo venció militar e incluso políticamente, pero en lo cultural sufrió una derrota absoluta y esto es algo que todavía no ha podido asimilar.

-Pero, ¿cómo se va a negar la importancia cultural de la emigración cuando todos los premios internacionales de los últimos cuarenta años los han recibido exilados políticos: Juan Ramón Jiménez, Ochoa, Guillén, Alberti y un largo etcétera?

-En cuanto al libro de Javier Rubio La emigración de la guerra civil, que pretende ser un estudio de tipo socioeconómico, confunde por completo los términos al identificar al emigrante con el emigrado político. Esto es absurdo desde el momento que el emigrante sale del país con un pasaporte, un contrato de trabajo y, sobre todo, no puede ser devuelto por extradición y fusilado como ocurrió con Companys y tantos otros.

-Después de los estudios que se han publicado en España sobre el exilio republicano, ¿queda todavía algo que decir o analizar?

-Sobre un fenómeno tan importante como este -sin duda el más importante de la Historia Moderna española- siempre habrá algo nuevo que decir; cada generación tendrá su visión del fenómeno, y por tanto una interpretación propia del mismo.

Además, la valoración de una emigración debe hacerse desde dos puntos de vista: el del país de origen, que debe determinar hasta qué punto representó una pérdida, y el del país de asilo, que debe descubrir en qué sentido la recepción de los emigrantes favoreció a su desarrollo cultural, social y político.

Hasta ahora, el exilio republicano sólo se ha abordado desde la primera perspectiva. El único análisis que se ha hecho desde la óptica complementaria es el del mexicano Antonio Latorre, que ha estudiado las aportaciones de los emigrantes a la vida cultural de México.

-La discontinuidad cultural española es un tema que ha centrado recientemente sus investigaciones. ¿Puede explicarnos en qué consiste esa discontinuidad?

-A lo largo de la historia de España se han producido una serie de naufragios de la cultura provocados por agentes externos a la propia evolución cultural, como coacciones políticas o el incremento de los índices inquisitoriales. Las sucesivas expulsiones: heterodoxos, judíos, moriscos, liberales afrancesados, republicanos, son otras tantas rupturas por las que la cultura española no ofrece un panorama de continuidad progresiva como, por ejemplo, la francesa. En Francia, ni siquiera durante la revolución de 1789 dejó de funcionar la Comedie.

Concretamente el exilio de la guerra civil, el que tuvo mayor repercusión, abortó el potente movimiento cultura que canalizaba la Junta de Ampliación de Estudios, a través de los centros que creó: el Instituto Escuela, la Residencia de Estudiantes, las escuelas de Fisiología, etcétera.

Cuando cuajaban los primeros resultados de su labor y parecía que nos incorporábamos a la cultura europea, la guerra civil cortó de raíz los brotes de ese resurgimiento.

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