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El presidente portugués vuelca su apoyo en el partido gobernante

Mario Soares va a proseguir su experiencia de gobierno socialista homogéneo. El primer ministro ha recibido de su partido «luz verde», para seguir negociando una plataforma de acuerdo, con los otros partidos y para proceder, cuando lo juzgue oportuno, a una remodelación ministerial. Lopes Cardoso y sus amigos deberán ser expulsados del PS.

Estas son las principales conclusiones de la reunión, el pasado fin de semana, del secretariado nacional del Partido Socialista. La prensa había creado alrededor de esta reunión un clima de expectativa que ha sido desmentido por el comunicado final. En él se reafirma la voluntad del Partido Socialista de seguir gobernando sin alianzas «ni a derecha, ni a izquierda», descartando así todas las hipótesis de coalición a dos, «con los socialdemócratas», o a tres, como lo pretendían los centristas. Se le concede una importancia particular al diálogo con el PSD, pero sin excluir de los contactos exploratorios ninguna formación representada en el Parlamento (léase el Partido Comunista).La llave de esta inesperada reafirmación del Partido Socialista es dada por el presidente Ramalho Eanes. En una larga entrevista -la primera desde su elección a la Jefatura del Estado, hace más de un año- concedida al periódico brasileño Estado de Sao Paulo, el general Eanes estima que la primera fase de su mandato, está terminada.

El presidente, a quien la Constitución concede amplios poderes, entiende pasar del papel de árbitro al de «dinamizador» y para esta fase, que le parece de importancia vital para el futuro inmediato de la democracia y el progreso, a más largo plazo, de toda la sociedad portuguesa, debe existir una relación tan estrecha como sea posible, entre la Presidencia del Estado y el ejecutivo.

Obligar a los partidos políticos a cumplir su papel de representantes de la opinión pública y de «escuela de ciudadanía», pero sin permitir que los juegos parlamentarios paralicen o coarten la acción del ejecutivo, es la opinión dominante de la Presidencia de la República, y también de los círculos políticos militares, para ello hay que dar a Mario Soares y su Gobierno medios y plazos para ejecutar su programa. Significativa en este sentido ha sido la decisión anunciada simultáneamente por la Presidencia de la República, de constituir grupos de trabajo destinados a asistir al Gobierno en los sectores más fundamentales.

Los dos partidos situados a la derecha del PS, y que tantas veces han apelado para una intervención mayor del jefe del Estado en el área del ejecutivo, parecen sorprendidos al verificar que esta intervención se produce en sentido opuesto al esperado. Cuando los líderes socialdemócratas y centristas daban por liquidada la experiencia socialista minoritaria, el general Eanes pone la autoridad que le viene del sufragio universal y de la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas al servicio del ejecutivo.

Es el fin de las esperanzas de aquellos que, como el ex ministro de Agricultura, Lopes Cardoso, seguían apostando por una « mayoría de izquierda», con un Gobierno apoyado en el 55% de mayoría parlamentaria de socialistas y comunistas.

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La expulsión, decidida por el secretariado nacional del PS, de Lopes Cardoso y de sus amigos, no es más que el epílogo de esta batalla.

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