Los radicales abandonan la "cumbre", de la izquierda francesa
¿La Unión de la Izquierda en peligro? Es lo que se creyó anoche en París cuando al terminar la primera jornada de la cumbre, que reunió a los líderes de los tres partidos de la oposición para intentar superar sus divergencias y ultimar el «programa común», el líder del Movimiento de los Radicales de Izquierdas, Robert Fabre, anunció inesperadamente que su delegación decidía abandonar los trabajos de la cumbre.A última hora de la noche, un portavoz socialista anunciaba que el punto de vista de,su partido sobre la ruptura y el rumbo que podrían tomar las negorpiaciones de la izquierda sería anúnciado oficialmente hoy por la mañana, a las nueve y media, precisamente medía hora antes de la anunciada reanudación de la «cumbre».
Eran un poco más de las ocho de la noche. Una nube de periodistasy fotógrafos esperaba la salida de los treinta representantes de la Unión de la Izquierda, que, al frente de Francois Mitterrand, Partido Socialista (PS); George Marchais, Partido Comunista (PC`F), y Robert Fabre (radicales de izquierdas) habían mantenido conversaciones «duras» para intentar concluír el programa de gobierno que presentarán al país en las legislativas de marzo del 78.
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Los radicales abandonan la "cumbre" de la izquierda
(Viene de la primera página)Cuando el señor Marchais iba a dirigirse a los micros de la televisión, el líder de los radicales de izquierdas, señor Fabre, se le adelantó: «Por favor, quiero hablar antes que usted.» Y surgió la bomba: «Nuesta delegación entiende que la cumbre no puede continuar ya que las discusiones son inútiles con el Partido Comunista.»
Acto seguido, el señor Marcháis manifestó su sorpresa: «No en tiendo esto, hemos trabajado todo el día, hemos avanzado en el do minio de las cuestiones sociales y en el de la democracia económica; a última hora nos hemos enfrenta do a las nacionalizaciones y, por lo que me concierne, mantengo la invitación que he hecho para mañana, en la sede del Partido Comunista, a los demás firmantes del programa común, para continuar nuestro trabajo. He de decir que Mitterrand me ha ofrecido su acuerdo.»
El incidente ensombreció una jornada que se había considerado difícil, pero en la que los «tres grandes» habían manifestado su deseo de «llegar a un buen acuerdo».
¿Se trata realmente de una ruptura definitiva de la alianza de izquierdas? ¿A dónde puede conducir este abandono unilateral de los radicales de izquierdas? ¿No podría ser un «número» del señor Fabre para forzar a los comunistas a ceder en el sector de las nacionalizaciones?
Todo dependerá, en gran parte, de la actitud de los socialistas. Si, como aseguró el señor Marchais, el PS asiste hoy, por la mañana, a la nueva sesión de los trabajos, en la sede del PCF, les sería difícil a los radicales mantenerse al margen. Otra cosa, mucho más grave, sería si el PS se solidariza con los radicales. Entonces se impondría un «tiempo de reflexión», como pidió el señor Fabre, de consecuencias imprevisibles.
Anoche, a las diez, el estado mayor del partido socialista aún continuaba deliberando sobre- el «drama» provocado por los radicales de izquierda. Si a última hora decidiesen asistir a la reunión de hoy, con o sin los radicales, la negociación continuaría. En 1972 elaboraron y firmaron el «programa común», únicamente los comunistas y socialistas; más tarde, el MRG lo suscribió y, aunque toda eventualidad es verosímil, en París se estimaba, anoche, que el señor Fabre y sus escasas huestes ya. estaban hartos de ejercer de «los olvidados» de la oposición. Por otra parte, el tema de las nacionalizaciones era el apropiado para la consagración del MRG como abogado izquierdista de la propiedad privada.
Al iniciarse la «cumbre», en una declaración preliminar, el señor» Fabre, como sus colegas, se había manifestado duro y, apuntando a los comunistas, recordó que «mejora social, sí, pero no colectivismo, ni capitalismo. de Estado».
Los señores Mitterrand y Marchais mantuvieron sus posiciones, pero todos se declararon dispuestos a un diálogo constructivo. Un allegado del señor Mitterrand, poco antes del «drama», había resumido los trabajos del día en los siguientes términos: «Que la mayoría de derechas no se haga ilusiones.»
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