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Pleno del Congreso

Derrotada la moción socialista sobre el cese de Martín Villa

El Pleno del Congreso de Diputados rechazó ayer -por 160 votos de UCD, contra 118 socialistas y las 58 abstenciones de los grupos comunista, Alianza Popular, minoría vasco-catalana y mixto- la moción del PSOE por la que se solicitaba el cese del ministro del Interior y del gobernador civil de Santander a propósito de la agresión policial al diputado socialista Jaime Blanco. En cambio, fue aprobada la moción de UCD y rechazada también la del PCE. El Pleno del Congreso -que continuará el próximo día 20 sobre política exterior- registró la novedad de un intenso debate sobre la política gubernamental y, especialmente, sobre el orden público.

«El responsable es usted, señor Martín Villa, que es el símbolo del franquismo.» «¿No será usted quien controla a los Incontrolados?» «Si usted quiere de verdad la democracia, presente su dimisión.» Estas frases textuales del diputado socialista Alfonso Guerra marcan uno de los momentos de máxima tensión del Pleno del Congreso de Diputados, que continuó ayer-en relación con los sucesos de Santander -agresión polícíal al diputado Jaime Blanco- y que originaron siete mociones de otros tantos grupos parlamentarios, dos de ellas de sendos grupos vinculados al PSOE pidiendo el cese de Rodolfo Martín Villa y del gobernador civil de Santander,La continuación del Pleno iniciado el martes 13 suscitó una gran expectación, que se reflejó, más que en los escaños, con algunos huecos, en la tribuna del público y de la prensa, materialmente a tope.

En la calle, el despliegue de las fuerzas de orden público en torno al palacio de la carrera de San Jerónimo fue inmenso, a pesar de no tenerse noticia de ninguna amenaza de atentado o manifestación. Quien no supiera lo que. se debatía dentro podía imaginárselo, por lo que se veía fuera.

El Pleno se reanudó a las cinco y diez de la tarde, con las palabras de sentimiento y dolor del presidente ,del Congreso, Fernando Alvarez de Miranda, por el fallecimiento de Julián Andúgar, senador socialista por Alicante.Seguidamente, tras la lectura de las siete mociones presentadas, el señor Alvarez de Miranda anunció que cada una podría contar cori intervenciones de media hora a favor y otra media hora en contra, divididas, en cada caso, en uno o dos turnos. El fuego del debate lo abrió el primer secretario del PSOE, Felipe González, en una Intervención. medida, serena e inteligente.

A lo largo del discurso del señor González, que fue escuchado muy atentamente por Adolfo Suárez y los demás miembros del Gobierno -se encontraban ausentes el teníente general Gutiérrez Mellado y el señor Oreja-, su destinatario principal, Rodolfo Martín Villa, alternó la actitud de tomar notas en un papel con la de cruzar los brazos como un alumno aplicado.

La argumentación esencial fue evitar una dialéctica PSOE-fuerzas de orden público y forzar al Ejecutivo a asumir sus propios errores, sin contentarse, en todo caso, con buenas palabras o lamentaciones.

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Duro ataque de los socialistas al Gobierno

Viene de primera páginaPor lo demás, fue un discurso en el que Felipe González exigió mucho al Gobierno, pero en el que no negó la colaboración de su partido a la labor de consolidación de la democracia en España. El discurso fue escuchado con respecto y premiado al final con un aplauso por la mayoría de los diputados de la izquierda. UCD y Alianza Popular no aplaudieron.

Le llegó el turno al partido gubernamental, en nombre del cual habló en primer lugar, José Pedro Pérez Llorca. Su intervención, como la que después siguió de Alfonso Guerra por el PSOE, fue agresiva y dura. El señor Pérez Lorca quiso ofrecer, contra la afirmación de Felipe González de que nada había cambiado, la prueba de las palabras pronunciadas por el primer secretario del PSOE, y esto provocó risa entre los diputados socialistas.

El diputado centrista presentó la moción del PSOE como un intento de obstruir la marcha del Parlamento hacia una institución útil, y reprochó que el PSOF no hubiera planteado ternas más candentes como el paro, los precios, la enseñanza, la agricultura, etcétera. Esto le valió una nueva bronca y el presidente del Congreso hubo de ampararle en su derecho de hablar sin ser interrumpido.

Insistió el señor Pérez Llorca en sus ataques al PSOE, a cuyo grupo parlamentario atribuyó deseo de superar su irrelevancia -casi un rugido socialista fue la respuesta desde los escaños- y pretensiones de patentes democráticas. Imputó a los socialistas haber hecho cuestión de gabinete sobre la presencia de un profesor de Derecho Político en una ponencia consiltucional. Parecía referirse al líder del PSP Enrique Tierno.

La apoteosis final se produjo cuando leyó un párrafo de las re soluciones del congreso del PSOE criticando el intento de compatibilizar la democracia con la movilización de masas y «un marxismo leninismo de Assimil». Los diputa dos del PSOE premiaron con un aplauso al parlamentario ucedista, no se sabe si ratificando ante el Parlamento su propia resolución por él leída o como actitud irónica.

El señor Pérez Llorca jugó final mente con las palabras inmunidade impunidad, rechazando esta última. El aplauso de UCD -muy corto por parte de Suárez- premió el discurso.

La «guerra» de Alfonso Guerra

Alfonso Guerra cerró el turno del PSOE replicando a la agresividad de Pérez Llorca y reconduciendo el debate hacia la dimisión del señor Martín Villa. Dijo que el PSOE tiene ideología. cosa que no le ocurre a otros. Manifestó que si el PSOE no ha planteado otros temas hasta ahora, ha sido porque el Gobierno todavía no ha expuesto su programa al Parlamento. Acusó de falta a la verdad la afirmación de que todo ha cambiado, y refutó las argumentuciones del ministro del Interior y del gobernador civil en defensa de sus posiciones respectivas.

Dirigiéndose de forma indudable al ministro del Interior, le acusó de ser el símbolo del franquismo y del tránsito de la dictadura, así corno le preguntó si no sería él quien controlaría a los incontrolados, aludiendo al policía-zapatero vestido de marrón que intervino en los sucesos de Santander.

Sobre la afirmación del ministro de Relaciones con las Cortes de que la inmunidad parlamentaria no puede ser una patente de corso señaló que si aquí hay algún corsarío es el señor Camuñas. Por último, el señor Guerra se preguntó si existiría solidaridad en todo el Gobierno con el señor Martín Villa, y concretamente por parte de los señores Fernández Ordóñez y Garrígues Walker, y recordó que algunos diputados de UCD estuvieron enfrentados a la dictadura. Terminó indicando al señor Martín Villa -no sin antes recibir un aviso del presidente del Congreso porque se estaba pasando del tiempo señalado- que si quería la democracia, presentara su dimisión.

Rumores de distinto signo acogieron este final y no se produjeron aplausos desde ninguna zona del hemiciclo.

Siguió la intervención del diputado de UCD señor Martín Oviedo -todavía sobre la primera de las mociones presentadas-, quien se opuso al propósito de trascendentalizar el tema Blanco pretendido por el PSOE, entre otras razones porque el voto de censura no es defendible hasta que no lo establezca la Constitución y lo regule el reglamento. Los diputados de UCD aplaudieron a su compañero.

Camuñas replica

Por alusiones, intervino seguidamente el ministro de Relaciones con las Cortes, Ignacio Camuñas, con su peculiar estilo familiar, pero reiterando que la intervención de Jaime Blanco fue una imprudencia...AIgunos diputados de UCD no parecían muy satisfechos con, las palabras del ministro, quien continuó hablando sobre el intento de Alfonso Guerra de dividir a UCD y al Gobierno. El presidente del Congreso le recordó que no debía salirse de la intervención por alusiones, pero el señor Camuñas insistió en decir -y lo dijo- que el Gobierno es de UCD y sólo de UCD y que quiere enterrar los cuarenta años anteriores y mirar al futuro.

Irónicamente, los diputados del PSOE aplaudieron al señor Camuñas, quien sin tal vez pretenderlo sirvió en bandeja al líder de Alianza Popular, Manuel Fraga -quien intervino seguidamente en defensa de la moción de su partido- la elevación del tono parlamentario en que se había caído.

Fraga defiende a las fuerzas de orden público

El señor Fraga consumió uno de los turnos a favor para decir, entre otras cosas, que «nuestro grupo entiende que si algo debe reprocharse al Gobierno o al ministro del Interior no es exceso de celo, sino todo lo contrario». Afirmó que en el orden público el país va por un camino de degradación creciente y en alguna provincia del Norte la pasividad de las autoridades ha llegado a límites increíbles, ajuicio del portavoz de Alianza Popular. Asimismo indicó que, con independencia del lógico respeto a la inmunidad parlamentaria, los diputados no deben meterse a bomberos o vigilantes de la buena marcha de las manifestaciones.

Dado que no hubo ninguna intervención en contra de la moción de Alianza Popular, se pasó a estudiar la presentada por Unión de Centro Democrático. A favor de la misma intervino el señor Sánchez Terán, quien resaltó las diferencias entre lo que ocurre en manifestaciones responsables y legales -a este respecto citó la Diada de Cataluña- y los incidentes a que dan lugar a veces otros grupos después determinadas aquéllas. Asimismo aseguró que no puede achacarse al Gobierno el hecho de no haber modificado el reglamento de la policía cuando el Gobierno está esperando a que la Cámara se dote de reglamento y comience a funcionar.

Gómez Llorente: democracia vencerá

El vicepresidente segundo del Congreso, Luis Gómez Llorente, descendió de su tribuna para consumir un turno en contra je la moción presentada por Unión de Centro Democrático en nombre de su partido, el PSOE.

El señor Gómez Llorente destacó la mesura y contención observa das por el grupo socialista, después de cuarenta años de exclusión del Parlamento por la violencia, y al cual han vuelto gracias a los votos populares. Informó asimismo de que el día anterior no había podido reanudarse la sesión plenaria por un larguísimo debate en la junta de portavoces, motivado por el he cho de que la Unión de Centro De mocrático no quería que se admitiesen a trámite todas las mociones.

Para el señor Gómez Llorente ya se ha producido una victoria de la democracia por el hecho de haber sido aceptadas todas las mociones a debate. «Esta Cámara abdicaría de su dignidad si aceptara que el Gobierno no va a hacerse responsable hasta que sea promulgada la nueva Constitución», dijo. Igualmente, calificó de «gran ficción» el hecho de haber intentado enfrentar a las fuerzas de orden público con la Cámara. «Aquellos que hablamos de democracia -dijo- tenemos que ser especialmente cuidados, porque también los agentes de orden público son sus garantes.» Igualmente mencionó a los miles y miles de agentes de orden público que cumplen digna y eficazmente con su tarea, y afirmó que con independencia del resultado de las votaciones, esperaba que este debate sirviera de solemne advertencia al Gobierno de que no puede continuar falseando los hechos como lo ha venido haciendo hasta ahora, y en este sentido citó las notas publicadas por el gobernador civil de Santander, en torno al problema ocurrido al diputado Jaime Blanco. Finalmente aseguró: «No estamos haciendo nada disolvente, sino, por el contrario, muy constructivo para la democracia: que el pueblo sepa que en este salón alguien está interpretando y diciendo lo que muchos españoles quisieran decir, y eso es Imprescindible para que el pueblo se encuentre realmente representado aquí en el Congreso. » Modesto Fraile consumió a continuación un nuevo turno a favor de la propuesta de UCD, y seguidamente se puso a debate la del grupo mixto, defendida por el señor Tierno Galván. Aclaró que deseaba que su moción fuera transmitida a la Comisión Permanente, para que las propuestas contenidas en ella se estudien por la misma. Y tras calificar de sor prendente el acuerdo de la ponen cia constitucional sobre el silencio patriótico a observar en torno a sus trabajos, aseguró que el pueblo es pañol se siente cada vez menos fi gado a lo que sucede en las Cortes. Dijo que la política española no debía ser de los políticos, sino de los estadistas. Explicó que el político lucha por la fracción y ve el presente , pero no el futuro, y carece de plan global para que los incidentes de cada día tengan sentido.

Seguidamente, el grupo socialista de Cataluña, antes de retirar por su identidad con la del PSOE, defendió su correspondiente moción a través de una intervención de Francisco Ramos, a la que contestó por Unión de Centro Democrático el señor Pérez Llorca. Este último precisó que la UCD reconoce capacidad constituyente al Congreso y al Senado, con el posterior refrendo del pueblo; lo que no reconoce es un acto constituyente continuo por parte de la Cámara, y agregó: «No al régimen asambleario.»

Carrillo, socarrón y humorista

A continuación, Santiago Carrillo defendió la moción presentada por el grupo comunista. Tras aclarar que los diputados no habían venido al Congreso para hacer un proceso a las fuerzas de orden público, hizo una distinción entre el conjunto de las mismas, que son también hijos del pueblo y extraídos de las capas más modestas, y ciertos grupos especiales más Interesados en el servicio al régimen pasado que a la naciente democracia.

Después miró al banco azul -donde se sientan los miembros del Gobierno- y preguntó: «¿Por qué os resistís a dar una amnistía completa?» «¿Por qué os resistís a dar una solución al problema vasco?» «¿Por qué, cuando habéis abordado el tema de Cataluña, habéis mezclado a presidentes de diputaciones nombrados al estilo franquista con los representantes elegidos por el pueblo?»

Santiago Carrillo afirmó que su grupo no proponía una crisis, ni siquiera pedía la marcha de, señor Martín Villa, «aunque sería difícil encontrar otro ministro del Interior peor que Martín Villa.». La ocurrencia del líder comunista, dicha con socarronería y humor, origino sonrisas en el banco azul, incluso en el rostro del aludido. El señor Carrillo se creció, y como si lo pensara mejor, mirando al amplio abanico de los diputados de UCD, añadió: «Bueno, tal vez sí se pueda encontrar otro peor en UCD.»

Tras aludir a la necesidad de la aprobación del Reglamento y la Constitución -aunque haya que meter en un convento a los miembros de las respectivas Comisiones, hasta que los aprueben-, Santiago Carrillo finalizó con sus conocidas tesis favorables al Gobierno de concentración, y pidió a los diputados de UCD que lo comprendieran, «y también a los compañeros del PSOE».

Fernando Benzo (UCD) -tras consultar con Suárez- renunció a su turno contra la moción comunista. Por la minoría vasco-catalana Xavier Arzallus afirmó el deseo de afrontar problemas de fondo, y por UCD, Salvador Sánchez Terán manifestó su identidad con e propósito expresado de adelanta los trabajos parlamentarios. En nombre de la minoría Vasco-catalana, Iñigo Aguirre retiró la moción, conviertíéndola en comunicación al Gobierno.

También Alianza Popular renunció a que se votara su moción antes de que el presidente de Congreso concediera un descanso previo a las votaciones.

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