Camino y el Viti a remojo en Salamanca
A un toro que echaba la cara arriba, El Viti le dio un muletazo por alto y se llevó un derrote. Claro, no se iba a llevar un kilo de café. De manera que, visto el resultado de su mala cabeza, aliñó. Con el otro, que tenía cierto trapío y cierto genio, no se acopló, en dos tandas de naturales, y también lo aliñó. Aquí tenemos cómo una figura de no-sé -cuántas técnicas y no-sé-cuántas seriedades no acierta a resolver una pequeña complicación en su Salamanca natal y en corrida de feria.Pero había otra figura en el cartel, y más figura, si cabe. Nada menos que Paco Camino, que cayó de pie en este mundillo porque tuvo la fortuna de que cierto revistero le colocara la etiqueta de «niño sabio», y esa sabiduría, propagada de boca en boca, le ha acompañado durante toda su carrera, a guisa de fama, muy pocas veces justificada. Ayer, a un torito tonto le dio docenas y docenas de pases. Ninguno era bueno, ni malo, sino la sucesión mecánica del «curre». Derechazos y naturales se producían a destajo. Cualquiera diría que le habían prometido un duro por cada pase, y si es así un montón de duros ganó. Si luego resulta que le pagaron más (y seguro que le pagaron más, muchísimo más) plusvalía es esa y nada más que plusvalía. Pero estábamos en que su rúbrica es la de niño sabio, y el buen público lo repetía hasta creérselo, y eso le valió, como tantas otras meces, una orejita. A su otro toro, porque le embestía con cierta aspereza, lo aliñó. Y ese fue el paso por Salamanca, quizá el último de su vida de profesional, del niño sabio, que sabio no es que tenga mucho, y de niño menos.
Plaza de Salamanca
Tercera corrida de feria. Toros de María Lourdes Martín de Pérez Tabernero, de escaso trapío, mansurrones, manejables. Sólo el primero entró con cierta bravura a los caballos.Paco Camino: pinchazo y bajonazo cuarteando, y rueda de peones. (oreja). Pinchazo, media y rueda descarada de peones (pitos). El Viti: pinchazo y media atravesada echándose fuera, y rueda de peones (pitos). Media perpendicular echándose fuera y descabello (bronca). Luis Miguel Moro, que tomó la alternativa: pinchazo en el que sale revolcado y estocada a cambio de una voltereta (oreja) Gran estocada y descabello (oreja e insistente petición de otra).
El figura-testigo el otro figura- le había dado la alternativa a Luis Miguel Moro, y éste correspondió pegándoles a los dos un baño del que aún no se habrán secado. Porque era precisamente Moro el que parecía la figura del cartel, por, mando, por aplomo, por lo bien que entendió a sus dos nobles toros y por el gusto y el temple con que instrumentó dos faenas de altas calidades. Un par de naturales de sensacional recorrido destacaron en la primera, que quizá pecó de larga. La segunda, ajustada a las condiciones de la res por lo que se refiere a terrenos, ritmo y número de pases, tuvo su armazón en dos series de derechazos, algo afeados por el uso innecesario del pico, pero que resultaron de impecable trazo, hondos y ligados. Y, además, con la espada se volcó sobre el morillo, para salir prendido en los dos encuentros que necesitó para matar al primero de la tarde, mientras la estocada al sexto, en la que citó en corto, cruzó con rectitud y vació) limpiamente, fue un volapié para una antología.
Luis Miguel Moro llegará a más, o quién sabe si acabará en el montón, pero ayer pidió paso metió en remojo a dos astros que se pierden, con demasiada frecuencia, en la nebulosa de las inhibiciones, cuando no es en la de los tópicos. ¿Que dicen que se van? Pues a secarse un poco, y adiós.
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