Los perfiles singulares de Joaquín Rodrigo
Este año el concurso internacional de guitarra de Alessandría está dedicado, enteramente, a Joaquín Rodrigo. Poco antes ha visto la luz un amplio estudio sobre la vida y la obra del compositor saguntino, escrito por Vicente Vayá Plá y publicado por Real Musical. En él, la figura y las aportaciones del triunfante autor del Concierto de Aranjuez están seguidas con minuciosidad, interés, cordialidad e independencia.En cierto modo, Rodrigo ha venido a constituir un caso, ya que muy pocas obras de la música contemporánea y ninguna española -salvo algunas de Falla- han gozado de tan amplia difusión y han producido comparables derechos de autor. Es cierto que una serie de adaptaciones del segundo movimiento -las conocidas con el nombre de Aranjuez, mon amur- han supuesto un mayor radio, de difusión para la obra original. No lo es menos que ésta ya había logrado imponerse en el repertorio mundial. Por otra parte, si los comercializadores musicales eligieron ese tenia fue por alguna razón, ya que no suelen equivocarse. Está también la presencia de la guitarra junto a la orquesta y bien sabemos que el instrumento español goza, desde hace un cuarto de siglo, de una aceptación entusiasta y multitudinaria.
Lo cierto es que Rodrigo acertó a dar en el blanco como ningún otro compositor a la hora de enfrentar la voz íntima de la guitarra con una orquesta capaz de rodearla y dialogar con ella. A Rodrigo se debe, en buena parte, la multiplicación de la literatura guitarrística, sin olvidar el impulso de los grandes intérpretes: un Segovia, un Yepes, por citar dos españoles.
Un músico aparte
Otra circunstancia que hace de Rodrigo caso, es su situación en el devenir de la historia musical. Elogiado por Paul Dukas ,-su maestro en Paris- y por Falla, los dos y otros muchos debieron ver en el entonces joven músico valenciano la posibilidad de continuidad sin ánimo de copia. Pues Rodrigo, desde sus primeras partituras, mostró inequívocos perfiles singulares. Cuando los augurios se confirman, la música europea está empezando a girar hacia supuestos radicalmente distintos de los que Rodrigo heredaba. Pasados unos años, después del éxito del Concierto de Aranjuez, la misma música española inicia un camino que, por lo pronto, rechaza cualquier género de estética nacionalista. Rodrigo, que aplaude siempre la actitud de los jóvenes, «porque si él lo fuera -dice estaría haciendo lo mismo», continúa, sin embargo, fiel a su gusto y tendencias naturales. Que en algunas obras deje filtrar airecillos actualistas en nada modifica la postura de base.
De este modo, la singularidad de Rodrigo, su apariencia de caso, resulta más evidente. No es culpa suya sino azar de la historia. A él se debe, sí, que aun fuera de las tendencias imperantes, se mantenga en continuo éxito y popularidad. Además, una cosa son las actitudes mayoritarias y los credos de los compositores y otra las preferencias del gran público. Con él conectó, casi desde el principio, Joaquín Rodrigo y de él recibe cada día, en España o Italia, en Francia o Turquía, en Inglaterra o América, muestras de adhesión.
Tres cuartos de siglo
Vayá Plá sigue a lo largo de casi trescientas páginas la aventura del compositor en su doble vía humana y artística. Revive los ambientes, nos pone en contacto con las amistades -Viñes, Pujol, Arámbarri, Falla, Ravel-, detalla el encuentro con la pianista que sería su mujer y colaboradora -Victoria Kamhi-. Reproduce críticas, juicios y añade diálogos que ha tenido con su biografiado. En menos palabras: traza la circunstancia general y cada una de las circunstancias parciales de las que nace y, emerge la figura de Rodrigo y la creación de cada una de sus obras. A ello añade catálogo completo, discografía, una muy puntual cronología y cuantos datos son necesarios para la mejor utilidad de la obra.
Babelia
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