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El informe gubernativo coincide en lo fundamental con el parlamentario

Deplorar que la fuerza pública interviniente no observara un proceder más sereno en el caso del diputado socialista por Santander Jaime Blanco, pero justificarlo o explicarlo por las circunstancias en que se produjo es, en síntesis, el resultado del informe que sobre el citado caso ha elaborado el Ministerio del Interior y al que ha tenido acceso Europa Press. Dicho informe, que viene a unirse al ya elaborado por la comisión parlamentaria, coincide en los hechos fundamentales con este último, aunque ofrece más datos sobre la actuación del diputado señor Blanco y otras consideraciones, algunas de ellas ajenas a los hechos concretos objeto del informe.

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El informe, que consta de doce folios y algunos anexos, tras hacer un resumen de la manifestación pro autonomía que acababa de celebrarse, señala que el incidente origen del informe se produjo cuando cinco individuos, policías armados de paisano, intentaron recoger una bandera republicana que portaban varios miembros de la Joven Guardia Roja mientras gritaban España, mañana, será republicana. En el forcejeo hubo golpes, dislamiento del portador de la bandera (Aurelio Martínez Alvarez) e introducción del mismo en un portal de la calle Peña Herbosa, a tinos cien metros del cuartel de la Policía Armada.En este momento se produce. una serie de hechos sobre los que existen versiones distintas y aun contrapuestas, añade el informe. La más verosímil -sigue diciendo- sería la de que otro individuo, vestido de marrón, una vez resuelto el forcejeo con la recogida de la bandera, intentó detener a su portador, trabándole por un brazo y encaminándose hacia el acuartelamiento con el mismo, mientras ofrecía resistencia agarrándose a un árbol. Presenciado esto por un grupo de personas, se formó un contingente de unos cuarenta que se aprestaron a impedir violentamente la citada detención. El hombre vestido de marrón se vio impelido a soltar a Aurelio Martínez Alvarez, a sacar una pistola dirigida a sus atacantes, en ademán intimidatorio, y a huir hacia el cuartel de la Policía Armada.

Cuando en tal actitud fugitiva llegaba casi a las puertas del cuartel, se cruzó con una escuadra de Policía Armada, reglamentariamente uniformados, que, alertados de lo que sucedía, salieron para restablecer el orden callejero. Estos agentes no interrumpieron la carrera del paisanos.ino que le salvaron de las iras de sus perseguidores que le llamaban fascistas (y otros graves insultos que el informe recoge textualmente).

El enfrentamiento entre éste grupo y la Policía Armada se hizo inevitable. Hubo confusión de gritos y golpes. Fue claramente oída la expresión policía asesina y lanzamiento de objetos contra la policía de uniforme, que acosó a los agresores con ánimo de disolverlos.

Tensión ambiental

Dentro del altercado, uno de los alborotadores, armado con un palo, hizo frente y golpeó a uno de los policías armados, causándole lesiones leves de las que fue atendido en la Casa de Socorro. El policía repelió la agresión y el atacante cayó al suelo.

En este momento irrumpió en el lugar, a unos quince metros de la cafetería Chile, un individuo de unos cuarenta años, de destacada estatura, con poblada barba negra, que desde el interior del establecimiento contemplaba lo que sucedía en la calle. Tras saltar, según parece, por encima de una de las mesas de la cafetería -sigue el informe- cruzando a grandes zancadas la calzada, dicha persona (que más tarde sería identificado como don Jaime Blanco García, diputado a Cortes del PSOE por Santander) abordó directamente al policía, interpelándole gesticuladamente. El referido diputado alegó verbalmente su condición de tal y mostró, al parecer, nerviosa y alteradamente, su documentación, de la que únicamente observó uno de los policías armados el documento nacional de identidad. El propio diputado señor Blanco dijo en presencia del informante -sigue diciendo el informe- que él quiso mostrar el DNI y el carnet de diputado, pero sólo le miraron el primero. Esto parece indicar que a la Policía Armada actuante no le constaba documentalmente que su interpelante fuera parlamentario.

El señor Blanco forcejeó con el citado policía armado, quien se zafó del acoso de un manotazo. Aprovechando la coyuntura, el individuo al que don Jaime Blanco parece que quería salvar, logró escabullirse, hurtándose a la detención policial, sin que se haya logrado, localizar e identificar.

«Debió de producirse algún intercambio de insultos -dice textmalmente el informe- nada anormales debido a la tensión ambiental. Si se oyó que alguno de los policías armados dijo algo de diputados de mierda (así lo exponen el señor Blanco y algunos de los testigos de éste), y que éste a su vez insultó a los agentes de la autoridad, llamándoles fascistas, hijos de p... y asesinos (así lo manifiestan los policías armados don Alfonso Martín Díaz, don Ramiro Rubio García y don José María Rernández Egido).»

Fue conducido el señor Blanco al cuartel de la Policía Armada, cogido de los brazos por dos agentes, a los que ofreció resistencia forcejeando y arrastrando los pies, al tiempo que seguía invocando su condición de diputado e insultando a la fuerza actuante, según declaración de los policías mencionados, quienes asimismo han afirmado que les fueron arrojados piedras, botellas y otros objetos por Darte de los presentes, en virtud de ías incitaciones de la persona a la que conducían.

«Fue al iniciarse la conducción de referencia -agrega el documento- cuando un policía armado propinó un golpe, con su reglamentaria defensa de goma, en la cabeza del conducido, impactando en la región occipital. Este policía acababa de llegar al lugar de los hechos en ese preciso momento -junto con otro compañero, ambos uniformados- a bordo de un coche Seat 850 blanco y debía ser, por consiguiente, ajeno a cuanto sucedía, salvo el acto de resistencia que, a unos compañeros de aquél, ofrecía la persona a quien golpeó.»

La fuerza pública despejó la zona del desorden y condujo al acuartelamiento al señor Blanco y a otros dos participantes en la refriega.

Una vez en las dependencias de la Policía Armada, el señor Blanco formuló frases, según los policías armados, tales corno No sabéis a quién habéis detenido, Soy diputado y me habéis pegado, Os acordaréis dé mí, Quiero hablar con el que mande, con el jefe de todos. El señor Blanco obtuvo respuestas despectivas de algún miembro de las fuerzas allí presentes, entre las que se pudo oír la frase Diputado de los maricones.

Una vez comprobada su identidad y su condición de diputado, fue invitado a pasar a la sala de visitas y, tras breve entrevista con el comandante jefe de la guarnición, éste le indicó, siguiendo órdenes del gobernador civil, rápidamente informado del incidente, que era libre de abandonar el acuartelamiento. Incluso se concedió, a instancias del señor Blanco, que fueran dejados en libertad los otros dos detenidos. Estos vieron cómo el hombre del traje marrón se hallaba dentro del acuartelamiento, deduciendo que se trataba de un policía armado que parecía tener algún ascendiente o mando entre los demás policías. Luego ha resultado ser el policía armado que presta sus servicios como zapatero en la compañía.

Consideraciones

El autor del informe, tras referirse a las denuncias presentadas por los policías y por el diputado señor Blanco, añade una serie de consideraciones o conclusiones por él obtenidas, que, dicen:

.-La intervención de los policías armados de paisano pudiera decirse que fue incorrecta desde el punto de vista formal. Sin embargo, es de estimar que los agentes obraron por impulso del celo profesional al presenciar un comportamiento, a sujuicio, delictivo.

- Las personas cuyo ilegal proceder motivó, la intervención de los policías armados son activistas de la, Joven Guardia Roja, cuya ejecutoria no se ha venido distinguiendo precisamente por su moderación y pacifismo.

- En una situación de tensión emocional como la confrontación entre fuerzas del orden y alborotadores agresivos no se puede terciar (por muy buena voluntad que pudiera tenerse) sin unas mínimas condiciones de sosiego y corrección. Pretender ser escuchado y atendido por quien, cumpliendo con su ingrato deber profesional, repele una agresión, es ilógico. Más prudente hubiera sido denunciar el hecho posteriori, restablecida la calma y ante quien correspondiera.

- Sin que esta interpretación la haga suya el informante por carecpr de pruebas, «en determinados círculos de Santander consultados se achaca la intervención del señor Blanco en el incidente a un animus por su parte orientado a erigirse en sonado protagonista del mismo, buscando una revalorización política cara a su partido y electorado, de la que anda -dícesebastante necesitado».

- Es extraño que el desconocido agresor del palo que se dio a la fuga, en cuya defensa intervino el diputado, no haya comparecido a testificar en su favor.

- Es difícil que las fuerzas del orden se puedan producir con cierta exquisitez cuando se produce violencia en la calle. Todas las policías de choque del mundo actúan con dureza cuando el oriten público queda alterado, y el enfrentamiento violento del manifestante les un hecho. En el incidente que ocurrió se dieron estos supuestos de enfrentamiento y violencia, « pero -con honradez y sinceridad lo decimos- resulta deplorable para quien informa que la fuerza interviniente no observara un proceder más sereno. Jamás debe salir de labios de ningún agente la menor referencia insultante a ningún ciudadano sea o no parlamentario. Vociferar en tales actuaciones es algo absolutamente impropio de un agente de la autoridad. También en el acuartelamiento de la calle Barcelona faltó corrección por parte de algún miembro de la Policía Armada. Y eso es particularmente lamentable por cuanto ahí ya sí que tenía que haber conciencia clara de la condición parlamentaria de don Jaime Blanco, quien tanto en dicho centro como durante su condución al mismo pregonó repetidamente su calidad de diputado».

Tras informar que se practica información disciplinaria sobre los agentes que pudieran tener algún grado de responsabilidad, el informe termina con una referencia al honor de las fuerzas de orden público, que debe quedar plenamente a salvo. El incidente, que a juicio del informante se ha desorbitado, es un hecho aislado, la excepción de la regla, algo imputable a uno o muy pocos hombres.

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