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Crítica:MUSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los títulos favoritos del maestro Guerrero

Jacinto Guerrero (1895) fue no sólo un músico popular sino también un hombre popular. La gente le saludaba por la calle y él correspondía con una sonrisa abierta y generosa. Hecho de cordialidades escogió para su música el camino más fácil de lo amable y multitudinario. Y lo de fácil es una forma de hablar pues a cualquiera le es dado elegir esa vía; no es sencillo transitar en pleno éxito por ella a través de los años. Recordemos cómo el entierro de Guerrero - 1951-. constituyó un acto de emoción popular Recordemos, como después de cada número de sus obras, el día del estreno, era frecuente escuchar aclamaciones de claro tono afectivo: Bravo, Jacinto.Cuando los hechos se producen pueden ser analizados, interpretados, explicados. Lo que resulta imposible es negar la evidencia. Muchos pentagramas de Guerrero gozan todavía del favor de las buenas gentes y se han convertido ya en cuasi folklore. Que Guerrero tenía talento musical era tan cierto como lo reconocia su maestro -que también lo fue mio- Conrado del Campo. Estaba dotado, de instinto, aunque, después de sus estudios con Conrado y García de la Parra, renunciase a la más alta exigencia. Y debe constar que Conrado advirtió tales dones no a través de ninguna zarzuela sino a la vista de los primeros trabajos serios de su discípulo: algo de música religiosa, un Tríptico toledano y alguna otra cosa.

De pronto, Jacinto Guerrero salta desde el foso del Apolo en donde actuó como violinista y director- al primer plano de la fama con La AIsaciana. El modelo más ambicionado entonces para un zarzuelista se llamaba Amadeo Vives y en La AIsaciana, Guerrero, con mucha mayor sencillez de procedimientos, parece seguirle. A veces, el músico, toledano intentaba elevarse hacia regiones de mayor empeño -Martierra, La españolita- pero lo cierto es que su tono y su pulso, aquellos que sintonizaron con la masa popular, se reflejan con mejor autenticidad en las obras de más directa inspiración, más elemental escritura y. aún podría decirse de mayor ingenuidad.

España cantó aquello del Capitán, capitán, o la Fiel espada triunfadora o Mujer de los negros ojos, o Don Quintín el amargao o El sobre verde o el Hay que ver, en el fondo de cuyas melodías habita, con frecuencia, la musa folklorística cuando no es tratada directamente como en las largateranas. Si no me equivoco, Guerrero fue el primer músico español de cine con La canción del día sobre guión de Muñoz Seca y Pérez Fernández, rodada en Inglaterra (1929) bajo la dirección de Samuelson y con un reparto encabezado por Consuelo Valencia. y Tino Folgar. En realidad era un filme sensiblero cuyo argumento, como escribe Gubern «consolidaba el tópico popularista de los pobres pero felices contrapuestos a los millonarios infelices y despechados». En cuanto a la melodía de Guerrero, que logró cierta popularidad, Arconada anotó en su crítica que era tan cursi como la habrían hecho, los norteamericanos.

El Centro Cultural de la plaza de Colón, ha repuesto, en una semana, dos de los títulos favoritos de Guerrero: El huesped del sevillano, Con libro de Reoyo y Juan Ignacio Luca de Tena y La rosa del azafrán, de Romero y Fernández Shaw. La tónica de anteriores representaciones se ha mantenido lo mismo que, la gran afluencia de público que aplaudió, con sobrada razón, a cantantes como María Dolores Travesedo, Ana María Amengual, Segundo García, Miguel Alonso y Tomás Alvarez, en sus diversos cometidos serios o cómicos.

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