Muertes repetidas
En EL PAIS (20-8-77, página doce), aparecía una columna informativa relacionada con «un joven muerto por un policía armado» en la calle de Gaztambide, de Madrid, que merece ser objeto de reflexión por tratarse de un suceso lamentablemente repetitivo en estos últimos años, sin haberse puesto nunca los medios necesarios para evitar su reproducción.En la presentación informativa. de estos sucesos existen dos características comunes, criticables en mi opinión, en primer lugar, la actuación temeraria e irresponsable de policías fuera de servicio, portando su arma reglamentaria «protectora» (¿no sería mejor la petición de ayuda, a compañeros en servicio para que acudieran y actuaran de una forma mucho menos acalorada y más racional?), y en segundo lugar, la coletilla final de estas noticias, dirigida a tranquilizar a aquellos «buenos ciudadanos» que pudieran sentir una cierta inquietud y lástima por la muerte de uno de los protagonistas del suceso, con la que se trata de justificar el trágico desenlace, aduciendo que el muerto era de lo más deleznable para la sociedad («participante en robos y agresiones») y, por tanto, su eliminación había sido incluso un bien para la «armoniosa sociedad» en que vivimos.
Del análisis de sucesos como éste, se pueden extraer dos exigencias: a las fuerzas responsables del orden público en nuestro país, una mayor racionalidad y un comportamiento más humano en sus actuaciones, y a todos nosotros, como integrantes de esta conflictiva sociedad, la no emisión de juicios apriorísticos sobre determinadas personas, en base a conductas pasadas, porque estamos anulando totalmente la posibilidad de rehabitarles socialrhente, marginándoles en perpetuidad.
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