_
_
_
_
Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mi barrio

Me llaman de Radio Madrid para hacerme una entrevista sobre los problemas de mi barrio.-Es que ahora, por fin -me dice el locutor-, estamos abiertos a la información, y andamos locos.

Claro, tío, no siempre íbais a estar con Ama Rosa, que el único que la clavaba en la radio era don Guillermo Sautier-Casaseca, que para eso le dieron la medalla del trabajo con ramas de roble. Bien merecido.

-Queremos empezar con usted, Umbral, que es como el cronista oficial de la villa, este programa sobre los barrios.

De cronista oficial nada, que no me va el rollo. Lo único que puedo hablarles a estos señores y a ustedes en general, mis queridos caraqueños (El Nacional de Caracas sigue dando estas crónicas), es de los problemas de mi barrio, o sea la llamada Costa Fleming, que el nombre me parece que se lo puso Raúl del Pozo en una tarde afortunada:

-¿Y tú en qué costa veraneas?

-Yo en la Costa Fleming.

Raúl del Pozo, que no sé por dónde anda, tenía muchas tardes afortunadas. Y muchas noches. Supongo que las sigue teniendo. Bueno, pues de la Costa Fleming puedo decirles a ustedes que, aparte las respetuosas, el quiosquero, el abrecoches, el parado, las jeunes fevilles en fleur (que todo el rato se compran helados en Oliveri) y Luis Apóstua, el urbanismo es pura especulación y las zonas ajardinadas han muerto bajo el fútbol caliente de los chicos del barrio, que a mí me parece muy bien que metan tantos goles, pero debían hacerles un estadio o dejarles a ratos el Bernabéu, que está al lado, porque lo que iba a ser vergel hoy es erial esproncediano. El Ayuntamiento cede terreno a las inmobiliarias para que organicen jardines. Las inmobiliarias chupan metros cuadrados hasta donde pueden, y el jardín tuberculoso y de trámite dejan que se muera en un mes de torneo relámpago y perros nauseabundos.

Eso es mi barrio, un barrio caro con una calle que se llama nada menos que Juan Ramón Jiménez, pero a Juan Ramón le han llenado de mala arquitectura, bares equívocos, tablaos intempestivos, iglesias como fábricas de chocolate y sitios donde comer el pollo según las treinta hierbas diferentes recolectadas por no sé qué coronel norteamericano.

La calle de Juan Ramón Jiménez -gran arteria del barrio, con Doctor Fleming- tiene tramos desvergonzadamente estrechos en una urbanización moderna, residencial, funcional y todo eso. En los barrios modernos de Madrid se ve mejor que los intereses particularesy capitalistas han primado sobre los intereses generales, y que no llamaré municipales porque los intereses municipales ya no sé cuáles son.

A lo mejor lo sabe Arespacochaga.

Eso es lo que me pregunta el de Radio Madrid:

-¿Y qué esperanza tiene usted de que todo eso mejore?

-Ninguna frente a Arespacochaga.

Ninguna frente a las alcaldías y las alcaldadas absolutistas. La prolongación de Madrid hacia el norte se ha hecho con un criterio neoyorquizante y hortera. Es decir, se ha hecho sin ningún criterio, dejando que cada inmobiliaria dijese su canción en pesetas a quienes con ella van. Pero no es sólo Madrid, claro. Un amigo de Las Rozas, conductor y socialista, me cuenta las cosas que se han hecho en el pueblo a nivel municipal:

-Tenían almacenado un gran superávit y ahora se lo están gastando de prisa y de mala manera, porque saben que les vamos a echar en seguida.

A lo mejor lo de Madrid no es tan fácil. Ya sobrevuelan alcaldes UCD el cielo velazqueño de la Villa. A lo mejor mi barrio sigue igual o va a peor. Pero es el barrio que tiene las más líricas adolescentes de Madrid. Eso no ha podido pararlo ni Arespacochaga.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_