Marga Suárez Carreño, en "Multitud 77"
Al cabo del curso expositivo, el arte de mover voluntades suele adoptar análogo patrón en las galerías del ramo y en los grandes almacenes. Algo hay, en unas y otros, de presunta prodigalidad, de saldo (con drásticas rebajas o sin ellas), de traer al escaparate lo que largos meses ocupó la trastienda, y suplir, si la hubo, la intrínseca bondad del género por el énfasis de ostentosas admiraciones. Tampoco es ajena la consabida colectiva de fin de temporada a lo que en el espectáculo de frivolidad se denomina fin de fiesta (háyale ido bien o mal a cada quien en ella), con todos los artistas de la compañía.
Colectiva es y de fin de temporada, cual corresponde al mes en curso, la exposición de nuestro caso, aunque venga a diferenciarla de las del uso alguna que otra peculiaridad, al menos estas tres: que los artistas no son de la compañía; que su media de edad no llega a la treintena (algunos de ellos apenas si han cumplido los veinticinco abriles), y que sus mentores eventuales, renuncian de entrada, y no sin ironía, a la oferta de nuevos valores o a asignarse la primacía en hipotéticos descubrimientos de que tanto se pagan otros muchos dueños, al parecer, de un finísimo olfato.
Veintidós jóvenes pintores
Galería Multitud. Claudio Coello, 17
De lo dicho por los prologuistas se desprende, sin más, la condición de experiencia propia y aventura ajena con que ha sido concebida y montada la exposición, en vez del programa riguroso o simple listeza en las artes y oficios del ojeo: «Cuando se proyecta una exposición como la que aquí presentamos no resulta fácil evitar la tentación de la tendencia generacional, ya de la producción milagrosa de vanguardias probables. Ambos, nos parecieron excesivos, con que acabamos decidiéndonos por ese otro más castizo del a ver qué pasa, enemigo siempre del yo le vi primero.»
Si una de las constantes del Grupo Multitud se ha venido cifrando en la periodicidad de exposiciones antológicamente colectivas de un ayer mas o menos lejano (El cubismo, El surrealismo, La Barraca, Escenografía española, Españoles en París...), nada mal puede cuadrarle la de estos veintidós jóvenes, a punto tal vez de alzar el vuelo, de irrumpir en el presente, más necesitados de sed que agradecidos. Lo que aquí hoy se expone es lo que pintan o tienen gana o necesidad de pintar los de hoy, en su acepción más estricta, al margen de supuestas tendencias generacionales y sin el menor ánimo de constituir otra nueva vanguardia.
Sin tendencia generacional
No, no constituyen, por suerte, nuestros veintidós pintores una nueva generación de marginados (ser oficialmente marginado supone hoy lujo o privilegio.) Lo son, según se nos deja entender en el prólogo, o por edad, o por propia decisión, o por culpa del recibo del gas... o por contingencias mil que pueden quedar barajadas en los naipes, faustos o infaustos, del tarot. El acierto máximo de la exposición que aquí se comenta radica en haber elegido un puñado de artistas incipientes que están pintando, cada quien a su aire, a tantos, otros, de edad parecida, se devanan los sesos en aquilatar las precisas fronteras de la tendencia generacional o de la marginación oficial que los distingue y consagra.Figurativos o abstractos, herederos del surrealismo o del pop-art, dados a lo dramático o lo erótico, risueños (los menos) o adustos (los más), formalizadores o matéricos, retratistas o paisajistas, realistas o visionarios... (que de todo hay en el plantel), los veintidós artistas de nuestro caso se limitan a exponer lo que hacen por su cuenta y riesgo, sin excluir el de exponerse al juicio, bonancible o adverso, de la crítica o de quien tenga a bien, cosa del todo recomendable, contemplar unas obras unívocamente matizadas por el aliento personal de sus autores respectivos.
No, no son los del cotarro, de este o aquel cotarro que con tanto celo definen, delimitan o marginan algunos de los avispados colegas de su misma edad. Trasladando el tríptico político a nuestra circuristancia artística, diríamos que les une lo que les separa o el simple hecho estar pintando cada quien en su desván, planetario o provincia. Frente a la desmadrada rutina de grupos y más grupos generacionales (de pintores, cantantes y cantautores) los mentores de esta muestra han tenido el acierto deí confiar a los propios artistas el riesgo de exponer la disparidad de sus respectivos orígenes y posibilidades, sin que deban dar por ello. explicaciones pormenorizadas. Y que cunda el ejemplo.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.