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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Otra historia de médicos

Hace años los autores de cierto tipo de novelas intentaban aumentar su importancia, o al menos el grado de credibilidad de sus obras, con un prólogo en el que se aseguraba que todo cuanto íbamos a leer había sucedido. En cierto modo les importaba más la verdad que lo verosímil, como sí la verdad en sí constituyera algún fundamental valor artístico.En este filme tal certificado se nos ofrece al final, a través de la voz dé, la protagonista, asegurándonos que los hechos sucedieron así en la realidad. Tal afirmación nos sorprende, pues si la naturaleza imita al arte, nadie dijo que el tópico imitase a la naturaleza.

Porque la historia que se nos cuenta en esta ocasión, de una doctora cuarentona con sus problemas de hogar, donde los hijos medran y el marido sólo para de paso, no son muy diferentes a los de tantas películas como ahora nos llegan. La diferencia estriba en que, en vez de ser un hombre el protagonista, en esta ocasión, como ya se ha dicho, es una mujer, excelente profesional, pero que no se preocupa como debiera de los hijos, en parte por su trabajo excesivo y fundamentalmente porque, tras un acuerdo tácito con su marido, dedica gran parte de su vida y sus horas a sus propios amantes.

La vida privada de una doctora

Dirección, Jean Luis Bertolucci. Intérpretés: Annie Girardot, Jean Pierre Cassel y Francois Perier. Drama. Color. Francia, 1975. Local de estreno: Azul.

Y aquí empieza lo menos verosimil del filme, tal como se nos presenta, porque el amante en si, con su aire de entre macho y atorrante, con su yate y su semblante estúpido, nada tiene que ver con esta doctora que, según dicen, existió. Y lo mismo podría decirse del hijo, con sus problemas tontos, resueltos tontamente también, ni la hija embarazada que quiere abortar, aborto que, por cierto, nos quedamos sin saber si llega a realizarse, en la versión española, pero que sirve en teoría, para añadir un problema más a la ya de por sí bastante cargada agenda de la protagonista, ni el marido, ni el matrimonio mantenido en sus apariencias para evitar males mayores a los hijos y que éstos rechazan.

Quiere decirse que la historia, con su verdad tal vez inicial, traicionada por un tratamiento melodramático bastante torpe, mirando descaradamente a la taquilla, sirve para que Annie Girardot demuestre a ratos, aunque no siempre, que es una buena actriz, a pesar de personajes tópicos y más allá de todo tipo de servidumbres y malos directores. Bien podría decirse que el premio conseguido en esta ocasión, esa especie de Oscar francés, lo ha sido «a pesar del filme» y no gracias precisamente a la historia que, contada de un modo ramplón, con una música que va de lo cursi a lo sublime, es buena muestra, en su tono, su ritmo y desenlace, de un cine francés tan comercial y oportunista que es raro no haya tenido cabida en su última semana celebrada en España.

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