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Giscard intentará clarificar mañana el panorama de la mayoría gubernamental

La mayoría que gobierna en Francia, de derechas, continua viviendo en plena crisis. La deseada y, por ahora, imposible reunión en la «cumbre» de los cuatro partidos que la integran cristaliza las divergencias entre gaullistas y giscardianos. Mañana, viernes, el presidente de la República, Valery Giscard d'Estaing, pronunciará un discurso sobre política francesa, en Carpentras (región del Vaucluse), que se anuncia como «fundamental para la mayoría».

La oposición de izquierdas con la actualización del «programa común» entre las manos, continúa estancada a causa del espinoso problema de las nacionalizaciones. Al mismo tiempo, el líder socialista Francois Mitterrand anunció el retraso de su viaje a Estados Unidos, porque, parece ser, el presidente, Jimmy Carter, no podría recibirle.«Las diferentes formaciones de la mayoría saben que, una de dos, o se hacen el hara-kiri político, o están condenadas a unirse». Raro es el día que no se escucha o lee esta expresión en este país. Es más, cualquiera de los líderes de la derecha que gobierna, la adoptaría. Si los cuatro partidos que apoyan al presidente no configuran una alianza mínimamente creíble, «perderán las legislativas», se repite sin cesar. Los analistas consideran que, en profundidad y a largo plazo, las divergencias entre el presidente y el líder gaullista, Jacques Chirac, son insuperables, pero están unidos por un interés común, el poder. También se cree que los líderes de las dos variantes de la derecha francesa acabarán por realizar una fachada de unión.

En este clima confuso, mañana viernes, Giscard d'Estaing pronunciará un discurso en Carpentras, del que la mayoría espera una «luz nueva» que aclare el camino de la unión. En ocasiones anteriores, los esfuerzos del presidente no hicieron más que acelerar las controversias, pero a medida que se aproxima la fecha histórica de las elecciones, todo se considera posible.

La Unión de la Izquierda

Las dificultades, en el campo de la Unión de la Izquierda, no ocupan menos la atención de los franceses y del resto de Occidente. La actualización del «programa común», las posibilidades de victoria en marzo del 78 y, si esto ocurriese, la ruptura entre socialistas y comunistas que ya imaginan o desean muchos, alimentan un debate cada día más denso y más partidista, no sólo entre la clase política y los comentaristas de la derecha, sino en el seno mismo de la oposición.Hoy jueves vuelven a reunirse los quince de los tres partidos de la izquierda, para intentar llegar a un compromiso sobre la cuestión de las nacionalizaciones.

En el plano internacional, la eventualidad de una victoria de la izquierda, con la alianza comunistas-socialistas apasiona y preocupa in crescendo. La supuesta estrategia de ruptura con los comunistas, que algunos le atribuyen al señor Mitterrand, contaría de antemano con la «bendición» de la República Federal de Alemania.

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El nuevo embajador de Estados Unidos en Francia, señor Hartman, explicó ayer lo que seria su labor esencial en este país: «Queremos saber (los americanos) lo que ocurre en Francia, cuáles son las tendencias y cuál su estado de espíritu, no sólo sobre los problemas internacionales, sino sobre los que conciernen al pueblo francés.» De manera menos indirecta, en el aspecto político, indicó: «Vemos con simpatía la evolución de los países europeos y queremos saber cuáles son las consecuencias para nuestros intereses. »

La embajada americana ya mantuvo conversaciones, hace algunos meses, con representantes comunistas y socialistas.

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