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Los militares asumen el poder en Pakistán

El ejército de Pakistán ha depuesto ayer al primer ministro Zulfikar Ali Bhutto y ha asumido el poder, poniendo término a la grave crisis política suscitada a raíz de las elecciones celebradas en marzo. El nuevo «hombre fuerte», general Ziaul Haque, ha prometido a la nación, pocas horas después -del golpe militar incruento, que el Consejo Militar de Gobierno garantizará que las elecciones previstas para octubre se desarrollen de manera "justa y equitativa".

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El general Ziaul ha anunciado también que ha decretado la ley marcial en todo el país, disuelto el Parlamento y las Asambleas provinciales y colocado bajo «detención preventiva» a los miembros del Gobierno, incluido Bhutto, y los principales dirigentes de la oposición.Ha manifestado también que la Constitución no ha sido derogada, sino que algunos de sus artículos han sido suspendidos o anulados por la imposición de la ley marcial. El general Ziaul ha afirmado que el presidente Elahi Chaudry había accedido a permanecer en su puesto y colaborar con el Consejo Militar que gobernará la nación hasta la celebración de nuevas elecciones. Este Consejo Militar estará compuesto por cuatro personas (el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, cargo que retendrá el general Ziaul, que además administrará la ley marcial, y los jefes del Ejército de Tierra, Marina y Aviación).

El golpe militar se inició ayer al alba. Fuerzas militares rodearon la residencia del primer ministro en Rawalpindi y tomaron posiciones en los puntos clave de las grandes ciudades.

Larga crisis

El retorno de los militares al poder se ha producido tras cuatro meses de grave crisis política, iniciada el 14 de marzo cuando la Alianza , Nacional Pakistaní (ANP), que aglutina a los partidos de oposición, denunció que las elecciones celebradas una semana antes habían sido falseadas por el Partido Popular de Alí Bhutto.

La ANP desencadenó entonces una campaña de desobediencia civil para pedir la dimisión de Bhutto y la convocatoria de nuevas elecciones. Esta situación degeneró en violentos incidentes que costaron la vida a más de trescientas personas y causaron un grave quebranto a la débil economía del país. Bhutto decretó la ley marcial en las principales ciudades del país, lo que supuso un llamamiento al ejército para controlar la situación. En esta ocasión, los militares salvaron a Bhutto, pero éste temía que un protagonismo excesivo del ejército podría llevarles de nuevo al poder, por lo que a primeros de junio inició conversaciones con la oposición con la que llegó a un principio de acuerdo, para que en octubre se celebrasen nuevas elecciones, sin necesidad de que Bhutto abandonase el poder.

Sin embargo, la pasada semana, la oposición formuló nuevas condiciones para llegar a una solución de la crisis, que el primer ministro rechazó por considerar que suponían una merma inaceptable de su poder.

Según los observadores, la actitud de la ANP desde el comienzo de la crisis era forzar una intervención del ejército para constituirse en su interlocutor. Por su parte, el primer ministro acusó a Estados Unidos de financiar las actividades de la ANP para desestabilizar su régimen.

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