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FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE BERLIN

Estreno mundial de "Caudillo", de Martín Patino

Ángel S. Harguindey

El pasado domingo se proyectó, con carácter de estreno mundial, la última película de Basilio Martín Patino, Caudillo. Con ella el realizador de Canciones para después de una guerra aporta, a nuestro juicio, un espléndido documento para la mejor comprensión de la vida de quien por más de cuarenta años gobernó nuestro país. El filme se desenvuelve entre dos fechas: 1926 y 1939, o, si se prefiere, entre dos momentos claves para la historia contemporánea de España, desde la guerra de Africa, en la que comienza su espectacular ascensión militar el comandante Franco, y el año en que se celebra el primer desfile de la victoria. Entre ambas, una serie de importantes sucesos y actitudes personales que configurarían el régimen autoritario

Hablar de Caudillo presupone hablar de nuestros orígenes más inmediatos, y si el término de objetividad no es el más correcto -en el sentido de que lo objetivo no existe, y menos en el terreno de la creación artística- será, necesario aplicar otro concepto con evidentes connotaciones morales: Caudillo es un filme esencialmente honesto. El realizador, como ya lo demostró en su Canciones..., consigue un material cinematográfico de gran interés, inédito en muchas ocasiones, y lo selecciona guiado por un afán de conocimiento de unos hechos en los que la pasión se refrena en aras de una limpieza de exposición.No hay en toda la película el menor amago de amargura, revancha o esquematismo. Hay, y en grandes proporciones, un gran res peto por quien, en definitiva, ha sido y es el protagonista de nuestra historia, el pueblo español. Otro problema distinto es el comprobar cómo nuestro pasado inmediato surge de una guerra cruel e inhumana en la que el irracionalismo se convierte en dueño y señor del destino colectivo de un país. Parafraseando a Fernández de Castro, lo que en Caudillo se muestra con honestidad es la demagogia de los hechos, pero en ningún caso una visión histórica demagógica, algo que la filmografía nacional de los mejores tiempos del imperio no pudo decir.

La guerra de Africa, el nombramiento de Franco como director de la Escuela Militar de Zaragoza, las elecciones del 14 de abril de 1931, la revolución de Asturias y su consiguiente represión, las elecciones de febrero del 36, la sublevación militar del 18 de Julio, el asesinato de García Lorca, el lúcido testimonio de Unamuno en la hora de su final, la llegada de las Brigadas Internacionales, el fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, la unificación de la Falange y el problema de Hedilla, el bombardeo de Guernica, la muerte de Mola, la defensa del Alcázar, la batalla del Ebro y el final de la guerra son algunos de los episodios de Caudillo, inmersos todos ellos, en una espléndida descripción de la vida cotidiana de España en los años de la República y de la guerra, una cotidianeidad en la que los fusilamientos, las alarmas nocturnas y, en definitiva, la muerte, ocupaban el lugar principal de una convivencia imposible.

El público berlinés y la crítica especializada recibieron la película con un gran interés y a ella dedicaron una de las más largas ovaciones de cuantas se han prodigado, hasta la fecha, en este Festival, rompiendo, una vez más, el mito de que las películas de ámbito nacional sólo se comprenden en su país de origen. Ahora es la Administración española quien tendrá que dar muestras de su grado de civismo, puesto que la película se encuentra a la espera de obtener su visto bueno.

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