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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Absolutismo: un monólogo con el poder

Oficio de difuntos no es una novela de encantamiento verbal, ni el producto de una fabulación exagerada sobre la figura del caudillo hispanoamericano. Este libro de Arturo Uslar Pietri es el resultado de un diálogo silencioso del escritor con un personaje alusivo, una aproximación penetrante a su vida y a la época en que le tocó actuar. En resumen, una búsqueda mágica de lo que puede significar como expresión de originalidad de la América Latina la figura misteriosa del caudillo.Uslar Pietri para relatar se sitúa conscientemente en una perspectiva histórica. No quiere crear un sueño, no inventa un personaje, no nos introduce en un círculo de ilusiones. Elige una realidad específica, un verdadero microcosmos dentro del cual vivió en el despertar de su adolescencia.

Atruro Uslar Pietri

Oficio de difuntos. Editorial Seix Barral.

Todos los destinos que aparecen en la novela están vinculados a una sociedad, a una historia. Peláez, Alberto Solana y Damián Dugarte, que son los tres ejes fundamentales de la novela, corresponden a una estructura socio-política, a una sicología. Son la representación del poder, del intelectual extraviado y de la rebeldía.

Cuando uno se sumerge en el interior de esta novela se percibe una realidad presidida por un hombre de lógica sencilla, de sicología compleja que vive en un monólogo solitario con el poder. Aparicio Peláez, el muchacho salido de la Boyera, llega a convertirse en el dueño absoluto de un país. No obstante que Uslar Pietri relata como si recordara una masa de visiones: «Hasta la casa de Peláez llegaban los espías. Venían con cara de disgusto y con cuentos de atropellos e ingratitudes del presidente. Yo soy suyo, general, usted lo sabe. Siempre he sido suyo. El hombrazo calmudo los oía. ¿Y qué es lo que te pasa? Venía entonces la confusa y mal hilada queja. Todo lo que yo he hecho por el general Prato y como me ha pagado. No era amigo de nadie, no reconocía servicios, no se interesaba sino por sus amigos nuevos. No lo dejaba proseguir. No señor, eso no. En esta casa no se habla mal de don Carmelo. Tu de bes saber que yo soy su amigo y que todo lo que soy se lo debo. «Debajo de cada evocación, de cada memoria hay una presencia que sugiere un espejo en el cual asoma el mundo de la novela. La voz del padre Solana resonando en «las cavidades de piedra, de la iglesia». Las manos invisibles del general Peláez moviéndose dentro de aquellos guantes que nunca se quitaba. El asombro de todo un pueblo dirigido por un hombre frío, inaccesible, que se consideraba el reflejo de la providencia.

Uslar Pietri nos revela la dimensión del personaje: no está clasificado dentro de ninguna categoría moral, expresa una situación histórica concreta de la América Latina en el siglo XIX, no encarna una doctrina. El caudillo inicia una aventura política que está más allá de lo anecdótico, de la sensación de comicidad que a una mirada superficial le puede inspirar.

Oficio de difuntos no nos entrega una maravilla exótica, un ser gratuito propio de una circunstancia elemental. Uslar Pietri convoca en esta obra una sombra que está viva en la historia hispanoamericana, desentraña un mundo de intuiciones, de vida auténtica que en alguna hora pudieron representar Rosas, Porfirio Díaz, Pancho Villa, Páez o Gómez. Es esa angustia por la identidad, la búsqueda de un destino, la necesidad de explicar creadoramente las contradicciones del alma hispanoamerica, lo que Usler Pietri ha expresado.

En el mundo de Oficio de difuntos no podemos recrear el tiempo nos está vedado transformar la realidad. El sentido de este libro está fijado por la revelación: el artista a través de los personajes sugiere una visión irreversible de los acontecimientos que determinan al ser hispanoamericano. Esas palabras sin prevenirnos se posesionan del lector. Siempre quieren convertirse en destino. Llegar bruscamente a levantar las capas de significados que oculta la máscara que llevó el general Peláez. En el rostro del caudillo se dibuja una sabiduría primitiva.

La narración de Uslar Pietri expone un punto de vista creador de una naturaleza muy particular, extraña y discutible, que aún sigue siendo una interrogante para América. Se le ha visto desde todos los ángulos: el sociológico, el político y el literario. ¿Pero qué simboliza? La respuesta está detrás del espejo: una novela que lo hunde en sí mismo, que lo saca de una memoria - y lo presenta reveladoramente en las páginas -de Oficio de difuntos. Ahí está su condición convertida ahora en palabras que podemos explorar, en una fatalidad coagulada en un libro. ¿Para quién? Para todos aquellos que sientan la contradicción como una belleza, que busquen en el fondo de su ser lo que define al Nuevo Mundo.

Uslar Pietri lo testifica. Relata para recordar, para convocar en la libertad de la novela los fantasmas próximos y lejanos que conoció en su mocedad. Su palabra tiene un secreto, una ley que no podemos clasificar. Habrá que cerrar el libro y asumir sin reservas la condición de difunto. Sólo así podemos vivir detrás del espejo, advertir la muerte antes de llegar al final. Si nos detenemos en la lectura nos sorprenderá la vida. De allí el estado de permanente vigilia en que ha vivido el escritor para revelarnos en su Oficio de difuntos las visiones que dormían en sus ojos de iniciado.

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