Cogida muy grave de Poveda en Las Ventas
Otra cornada, y muy grave, se ha producido en el ruedo de Las Ventas. De nuevo un novillo, como aún no hace una semana, y de la que de nuevo un torero modesto, han dado los perfiles de drama y tragedia a una fiesta que se nos va -se nos iba- de las manos, por el toro de mentira que,para sus triunfalismos, llevan de acá para allá los que mangonean el cotarro.Ayer, Antonio Poveda caía ensangrentado y exánime víctima de un cornadón. Era el último novillo de la tarde, muy serio y muy astifino, como los cinco anteriores. Los novillos de San Patricio, antes Los Remedios, antes aún de la marquesa de Deleitosa, renovada su sangre con vacas y sementales de Atanasio Fernández, llevaban el «cuatro» en el brazuelo, pero por su trapío, por su cara y por sus intenciones parecían cuatreños. Dificiles novillos con genio y peligro en sus embestidas -los que las tenían, pues hubo alguno que topaba a oleadas de muerte, incluido el único noble que saltó al redondel.
Plaza de -Las Ventas
Seis novillos de San Patricio, con mucho trapío, aunque desiguales de presentación; serios, cornalones y astifinos. Mansos, con genio y sentido casi todos.Paco Núñez. Dos avisos y aplausos con saludos. Petición de oreja y dos vueltas vueltas al ruedo, la segunda con protesta: Palmas. José Lara: Aviso y silencio. Silencio. Antonio Poveda: Silencio. Cogido en el sexto. Presidió bien don Luis Gómez Poveda sufrió una cornada muy grave en región inguino-crural, de veinte centímetros, que destroza músculos pelvis, contusiona peritoneo, vejiga y venas ilíaca y femoral y arranca colaterales. Se le practicó paratomía exploradora. Shock hemorrágico que precisa transfusión. En el Sanatorio de Toreros, donde se encuentra internado, nos informan de madrugada que el torero descansa tranquilo, recupera el pulso y parece iniciar una mejoría.
El sexto de la tarde, algo descolgado de carnes, largo y serio, cornalón y astifino, fue manso en varas, se quitaba el palo, y pareció mejorar en banderillas. Concluido
el tercio, persiguió a un peón hasta el burladero del cuatro y en aquel tercio inició la faena Poveda, con unos pases de tanteo, que la res aceptó. Con pases de tirón lo llevó a terrenos del uno, y en los medios dio dos derechazos. En el tercero, el novillo, que iba fuerte, desde tablas, le derrotó y le alcanzó de lleno en la ingle. Poveda se dobló sobre el pitón y, tras la voltereta, quedó en la arena sin conocimiento. Hubo un grito de horror en toda la plaza, pues al levantarle las asistencias se vio que llevaba la cara ensangrentada. Los que estábamos cerca pudimos apreciar más aún: el gesto desencajado, y, sobre todo, la sangre que salía abundante, a impulsos rítmicos, de la ingle. Por el nerviosismo del momento, quizá también por el peso del cuerpo inanimado, el torero llegó a caer cuando lo trasladaban por el callejón hacia la enfermería. Un monosabio tapó el boquete de la cornada con la mano-. La consternación apenas permitió apreciar cómo Núñez acababa con la res y con esta novillada de sobresalto.
El primero, un torazo a pesar del «cuatro» que le daba patente de novillo, era ilidiable. Huía de todo, para acometer de sorpresa, en oleadas y al bulto. Sólo se le pudo
dar un picotazo. Condenado a banderillas negras, los subalternoscolocaron los cuatro pares. La cuadrilla de Paco Núñez hizo una la bor admirable de brega, con asoin brosa valentía. Quince pinchazos necesitó el diestro para acabar con aquella fiera, a la que era imposible meter la espada, porque, aculada a tablas, se tapaba a tornillazos. Se acostó y eso salvó a Núñez de escuchar los tres avisos.
En justa compensación -y qué rara vez se dan estas justas compensaciones en el toreo! - el cuarto resultó ser noble, y Núñez le pudo hacer una faena estimable,con dos buenas tandas de naturales, y de ellas, dos pases de bellísima factura. Acabó con muletazos por bajo, con la izquierda, muy toreros. No había sido faena de oreja, aunque se pidió, pero sí con las suficientes calidades para la triunfal vuelta al ruedo.
José Lara se eternizó dando muletazos comprometidos a un novillo probón y sin fijeza, y no pudo con el quinto, que aunque toreable, llegó al último tercio con genio y Í
muy entero, pese a que le habían castigado con cuatro varas. El tercero, violento, bronco y con sentido, volteó a Poveda, que quería torearle como si fuera de carril. El aviso tendría refrendo, como queda dicho, en la cornada que le infirió su otro enemigo. Los sanpatricios salieron de.la peor caltadura, bien distintos de aquellos que en la primera novillada de feria se dejaron cortar tres orejas, y más aún habría podido ser. Y con trapío. El primero no tenía hechuras de novillo, sino de toro-toro. El «cuatro» que llevaba en el brazuelo, lan chiquítito y tan llamativo, parecía de reciente estampación. Pero muchas veces las apariencias engañan. Quien sabe.
Babelia
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