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El PC portugués intenta cambiar su imagen

El Partido Comunista Portugués está reunido en conferencia nacional, en Lisboa, para proceder «al estudio de la situación económico-financiera del país y proponer soluciones para salir de la crisis». El hecho es de importancia para la evolución política de un partido que, blanco de constantes críticas, sigue siendo punto de referencia obligatorio de todas las demás fuerzas políticas.Desde hace varias semanas, analistas de la situación portuguesa tan poco sospechosos de simpatías hacia el partido de Cunhal como el editorialista del Expresso, vienen advirtiendo los esfuerzos desplegados por los comunistas portugueses para cambiar su «imagen». Esta conferencia es una pieza fundamental de esta nueva estrategia. Por una parte, se trata de aceptar el reto de Mario Soares, para quien «si muchos critican la acción de los socialistas en el Gobierno, nadie se muestra capaz de hacerlo mejor». A través de su iniciativa de «ofrecer alternativas concretas a las medidas políticas inmediatas», los comunistas se dirigen a un público más vasto, y también al propio presidente de la República.

Por otra parte, se trata también de reorientar la actividad de partido, excesivamente volcada en el pasado hacia la agitación, y encaminar los militantes y cuadros medios hacia formas de trabajo más constructivas.

Este doble compromiso se traduce en la «seriedad» y la «moderación» de todas las intervenciones, empezando por la de Carlos Costa, del secretariado del Comité Central, que pronunció el informe introductorio: rigor técnico, cifras, datos, medidas posibles «en el actual contexto económico y político, para resolver a breve plazo los más agudos problemas nacionales».

La definición de estos problemas no es abordada, como se podía esperar, por una denuncia del aumento del costo de vida, y del paro, de la disminución de los salarios reales, consignas fácilmente movilizadoras. El ataque a la crisis propuesto por el PCP pasa por la reducción del desequilibrio de la balanza comercial y financiera.

No se trata, pues, prioritariamente, de exigir el progreso hacia el socialismo, sino de «salvar la independencia nacional», la recuperación económica y el futuro socialista.

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