Serias discrepancias entre la jerarquía eclesiástica y la Democracia Cristiana Italiana
Los trescientos obispos italianos se reunieron en asamblea nacional para discutir oficialmente sobre «problernas y perspectivas de la Iglesia». Directa o indirectamente se espera de esta conferencia una postura ante la nueva política que, por primera vez en treinta años, la democracia cristiana inició el jueves pasado con los comunistas.
Los dos grandes partidos de masas tratan de concertar primero un programa de gobierno sobre los cuatro problemas más urgentes del país: orden público, coste del trabajo, universidad y organismos laborales, para formar en una segunda fase un Gobierno y una mayoría parlamentaria más estable y orgánicos.
El diario Avvenire, de Milán, órgano oficioso de la Conferencia Episcopal, ha criticado la política democristiana como dirigida a «un proceso que hace irreversible el camino hacia la hegemonía comunista». Se dice en los medios políticos que Moro reaccionó al artículo con irritación y preocupación. Por su parte, la Liga Democrática, formada por católicos democráticos, critica en un comunicado el artículo del Avvenire, afirmando que «una relación nueva con el Partido Comunista Italiano, desde posturas de claridad y fuerza, representa en este momento el único camino real de desarrollo de la democracia italiana». Al mismo tiempo, según un breve comunicado de la conferencia, se sabe que el Papa no participará este año ni se tendrá la tradicional audiencia, dado que estos días está ya recibiendo a los obispos italianos en la tradicional visita quinquenal ad limina.
Se cree más bien que en un momento político tan delicado, la más leve isinuación del Pontífice sería interpretada como injerencia, como sucedió en los años pasados de la formación del centro izquierda. El Partido Comunista sigue, no obstante, una línea de reserva, cautela y prudencia. Su órgano oficial, L'Unitá, se limita a aludir al artículo del Avvenire.
