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Concluyen en Italia las conversaciones sobre el programa de Gobierno

La dirección de la Democracia Cristiana concluyó ayer con republicanos y socialdemócratas las conversaciones bilaterales, sobre un programa de Gobierno, que anteayer había iniciado con representantes comunistas, socialistas y liberales. Hasta el momento existen convergencias en algunos puntos y divergencias en otros.

No se habla explícitamente del futuro del Gobierno de Andreotti y se discute un programa de cuatro puntos: orden público, educación, economía y organización local, sin saber cuál será el Gobierno que se plantee el programa y lo ejecute. «Negociaciones nada fáciles sobre problemas muy difíciles», declaró al final de las conversaciones del miércoles el líder comunista Enrico Berlinguer. «Contamos al menos con el optimismo de la voluntad», precisó, por su parte, el líder democristiano Benigno Zaccagnini. Ambos líderes, según se comentó, «tienen la sensación», aunque no la certeza, de que servicios secretos de potencias extranjeras están interesados en la «desestabilización» de Italia.La Democracia Cristiana desde un principio ha puesto mucho cuidado en distinguir rigurosamente que no se trata de ningún compromiso con los comunistas, que modifique las actuales alianzas políticas, que en base a la abstención parlamentaria dan vida al Gobierno Andreotti. Naturalmente no se trata del famoso «compromiso histórico», al que los comunistas, escarmentados por la lección del Chile de Allende, tenderían sólo a largo plazo. Los comunistas, desde tiempos de Togliati, rechazan la posibilidad de la democracia burguesa, de gobernar con la mitad más uno, por más que hoy sepan que aliados con los democristianos sumarían el 73% del electorado, cristalizándose así un régimen sin una oposición con alternativa de Gobierno. Los partidos menores, sobre todo socialdemócratas y liberales, temen esta posibilidad. La Democracia Cristiana la rechaza para salvaguardar la democracia.

Hasta ahora, excepto los liberales, los partidos menores laicos han hecho el juego de los comunistas y los han empujado incluso hacia un acuerdo con la Democracia Cristiana. Se dice que el líder republicano Hugo La Malfa se propone llegar algún día, con el apoyo de los comunistas, a la presidencia de la República.

Situación intolerable

La actual situación parlamentaria se ha hecho, mientras tanto, intolerable y es preciso, a toda costa, llegar a una solución más estable y sólida que gobierne el país.Los socialistas se niegan a retornar al centro- izquierda, los republicanos y los socialdemócratas, por su parte, no están dispuestos a aceptar una alternativa de izquierda. Por ahora el frágil Gobierno Andreotti, que se tiene en pie gracias a la abstención determinante de los comunistas, tiene que consultar con ambos cualquier decisión por mínima que ésta sea. Aunque hasta hoy las consultas se hicieron a través de Canales imprevistos, señales y encuentros indirectos. Se trata ahora con las conversaciones bilaterales, de concertar a la luz del sol las acciones que el Gobierno tiene que acometer sin que los comunistas formen parte del Gobierno y de la mayoría gubernativa, pero los comunistas replican que un acuerdo sobre el programa es automáticamente un acuerdo político. En realidad, no se trata de decidir las cosas que hay que hacer, sino cómo hacerlas. El Partido Comunista, bajo la presión de la base de sus afiliados, insiste en exigir un viraje, una trastocación total de la situación.

En la Democracia Cristiana aumentan, por su parte, las presiones para aferrarse a cal y canto a los comunistas. Unos sesenta diputados, algunos de ellos de la derecha pidieron ayer, en una carta, que se introduzca la detención preventiva de policía, medida que comunistas y socialistas consideran excepcional y antidemocrática. Del Vaticano llegan presiones indirectas para que la Democracia Cristiana no ceda ni siquiera en ponerse de acuerdo sobre un programa económico.

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Tal política es considerada como «suicida» por el órgano de la curia de Milán, Ad Venire, que no concede crédito y fiabilidad ni a Berlinguer ni al eurocomunismo.

Entre los socialistas, las dimisiones, en el comité central del partido, de los representantes de Manchini, más abiertos hadia un centro izquierda, contribuyen a enturbiar más aún el panorama, y han acogido con indignación la noticia de un encuentro de Flaminio Piccoli, democristiano, con los líderes de Democracia Nacional (ex misinos y ex fascistas), un hecho que, por más que haya sido minimizado por Zaccagnini, es siempre un movimiento táctico qué indica cómo la Democracia Cristiana tiene siempre la opción de virar hacia la derecha y convocar las elecciones anticipadas que nadie quiere ni a nadie convienen.

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