_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las últimas maniobras del franquismo

El franquismo no es sólo una inmensa constelación de nombres de diverso fulgor, calidad y bagaje; ni es tampoco, únicamente, una gigantesca coalición de intereses que se extienden en cerrada red hasta los últimos rincones de nuestra geografía económica; ni exclusivamente una densa y tupida malla de servicios que cubren el territorio nacional. Es, sobre todo y ante todo, una filosofía del poder y del Estado que tiene inequívocamente un modelo de mando y un sistema de ejercerlo.Durante cuarenta años esa forma de gobierno ha presidido nuestra comunidad, impulsada por su máximo protagonista y con implacable lógica derivada de esa misma filosofía del Poder. ¿De qué se componía este credo? De un mosaico de convicciones: de retazos fascistas y totalitarios; de principios autoritarios; de versiones, más o menos actualizadas, del legitimismo francés. Había, asimismo, algo de anticomunismo profesional, no siempre bien agradecido; enemiga al judaísmo sacada de las páginas del «Mein Kampf»; horror al liberalismo como- pecado, nostálgica evocación de Sarda y Salvany y del Padre Astete y párrafos cuidadosamente escogidos del pensamiento de José Antonio y del programa falangista debidamente aséptico y neutralizado. Con todo ello, y con la profunda intuición pragmática y calculadora del anterior jefe del Estado, funcionó el franquismo. En estos momentos, cuando la transición política está entrando en el final de su primer capítulo del paso a la democracia, las fuerzas del franquismo, instaladas todavía sólidamente en los aledaños, en los intersticios, en los rodajes; en los gabinetes más secretos y en núcleos estratégicos de mando efectivo, preparan sus maniobras finales para intentar, en una suprema batalla, continuar en el ejercicio y disfrute del Poder.

Miembro del Partido Popular Catalán

S BachSuite inglesa n.º 1 en la mayor. Suite Francesa n.º 5, en sol mayor. Seis pequeños preludios BWV 933-938 Suite Inglesa n.º 5, en mi menor. Antonio Baciero, piano. Sala Fénix de Madrid.

Temores

¿Qué temen, por encima de cualquier otro aspecto, las poderosas formaciones del régimen pasado? Que el franquismo desaparezca. Dicho así, suena a perogrullada, pero no lo es si se analiza a fondo el fenómeno. El franquismo se nutre de la supuesta posesión de la verdad política que convierte, automáticamente, en enemigos que hay que abatir o exterminar a cuantos disienten de sus planteamientos doctrinales. Todo discrepante es un mal patriota, y si la interpretación atañe a un dogma intocable, merece también el calificativo de traidor. Así se va moviendo el franquismo hacia la visión maniquea de las dos Españas, la de los buenos y la de los malos. De ahí a justificar los medios para lograr el fin no hay sino un paso. Esos medios se pueden llamar como se han llamado durante cuarenta años- represión, violencia, amordazamiento de la opinión, ausencia de libertad crítica informativa y prohibición de las libertades de la persona. El secuestro de la soberanía y la inexistencia de la representatividad se justificaban por el interés superior de la comunidad, cuyos últimos fines, extrañamente, sólo los conocían bien los franquistas, y estaban, por consiguiente, autorizados a gobernar el país a su antojo, inspirados quizás por el Espíritu Santo. Aunque es bien notorio que nunca se vio descender palomas místicas, ni lenguas de fuego azules sobre la frente de los ministros franquistas durante el largo desempeño de sus cargos rectores.

Pero lo de ahora, piensan los franquistas, es más grave, porque, entrando en juego la soberanía popular, se va a manifestar la opinión de las diversas minorías sobre el rumbo y la tendencia que va a tener la política del País en los próximos cinco años. ¿Y si resulta que el pueblo español, a pesar de la prisa, del repentino planteamiento electoral y de la ausencia de las libertades democráticas hasta el momento presente, decide votar libremente, sin hacer caso de la manipulación televisiva? ¿Y si hay millones de españoles votantes que en las grandes ciudades decisivas votan contra el franquismo -abierto o encubierto- y sus elegidos llegan a las Cortes, dispuestos a no dejarse arrebatar el triunfo y a convertir en realidad lo de que la soberanía del pueblo reside en el Parlamento constituyente?

Sería un riesgo muy grande para la perduración del franquismo. Porque el planteamiento real de la alternativa próxima es sencillamente el franquismo o la democracia, y no la estúpida cantinela acuñada y repetida desde 1939 de que no había otra opción posible que la del franquismo o el comunismo. Es decir, la de uno u otro Estado totalitario.

Pactos en la sombra

La última maniobra del franquismo consiste en, tocar a rebato y, al mismo tiempo, pactar en la sombra entre los que son al cabo miembros de la misma cofradía. ¿Cuál puede ser la línea maestra de unos acuerdos de esa índole? Salvar lo esencial y superar lo episódico. Aqui se puede «reformar» lo que sea preciso, pero no «cambiar», sustancialmente, lo que se desea preservar. En los altos niveles de las Cortes franquistas y del Consejo del Reino se programan hoy día fórmulas que parezcan, pero que no sean, y que hagan, en definitiva, durar unos años más la filosofía franquista del Poder. Con ello, las Cortes seguirían siendo mitad orgánicas de espíritu, mitad inorgánicas. Las estructuras institucionales, mitad democráticas, mitad autoritarias. El sufragio popular, mitad auténtico, mitad manipulado. Los estatutos de Cataluña y Euzkadi, mitad autodeterminación, mitad otorgamiento. La economía, mitad saneada y mitad corrompida.Y el mundo sindical, mitad vertical, mitad horizontal.

La Monarquía sería mitad franquista y mitad constitucional. Y, ante el mundo internacional, tendríamos media imagen europea occidental y la otra media, latinoamericana.

Lo arriesgado de esta maniobra final del franquismo (h) y del franquismo (r) es que se trata de llevarla a cabo sobre una sociedad en marcha y cuyo ímpetu hacia la democracia es imparable, con grados de aceleración en el proceso que se cuentan por días.

Y a un pueblo en marcha hacia un objetivo se le puede encauzar y se le puede orientar. Lo que nunca se le ha de pedir es que las aguas del caudal remonten hacia atrás, en dirección a su origen.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_