El Mozart de los praguenses

Teatro de la Zarzuela « El rapto del serrallo », de Mozart. Jonasova, Valentova, Ude Hampel y Petr. Dirección: Koci (escena) y Kout (música). 23 de abril

La Opera de Cámara de Praga puso en escena, como última obra de su breve ciclo, El rapto del serrallo, una de las más felices invenciones teatrales de Mozart, con todo su cortejo de turquerías y enmarcada dentro de la forma y el espíritu del singspiel alemán.

La línea de continuidad, la belleza de la orquestación, los mil contrastes expresivos, desde la melancolía a la italiana hasta lo bufo, son manejados por el compositor de Salzburgo con absoluta genialidad. Tanta que la misma levedad del argumento y la trama queda trascendida en unos pentagramas tocados por la gracia.

Toda la organización del conjunto respondió a la calidad mostrada por los praguenses en representaciones anteriores: hacen Mozart como buenos días, tal un gesto natural o una emanación expresiva de tipo espontáneo. En este hacer se conjugan unos escenarios ingenuos, refinados y casi televisivos, muy en el orden del teatro de cámara, originales de Oldrich Simacek; unos figurines plenos de colorido y elegancia diseñados por Olga Filipi; una regie alegre y con aire de divertimiento, a cargo de Premysl Koci, y una dirección musical, flexible, aireada, incisiva, de Kiri Kout.

Un cantante sobresalió por encima de todos: el bajo Karel Petr, encarnador de un Osmin excelente en lo cantado, lo hablado y lo representado. La soprano Jana Janasova, sin pretensiones de diva, dio encanto al personaje de Constanza, y el tenor Armon Ude exhibió dominio y experiencia en Belmonte, contrapunteado por la pareja cómica -Pedrillo y Blondine, o sea, Hampel y Valentova- Coros, reducidos pero eficaces; luces y cuantos elementos integran la totalidad teatral contribuyeron al buen éxito del Rapto.