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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El concierto-homenaje

Fundación March.Conferencia y concierto monográfico.

"Quinteto" y "Serenata", de Ginastera

Grupo Koan, A. Blancas, A. Nátola.

Director: Z Malaval

La Fundación March, dentro de su amplio y vario programa de actividades musicales, ha rendido homenaje al compositor argentino Alberto Ginastera con ocasión de su sesenta aniversario. Ginastera es hoy, sin duda, el primer compositor hispanoamericano y si, desde hace tiempo, su nombre y su obra eran bastante conocidos en los medios europeos, después de su instalación en Ginebra tal presencia se ha multiplicado. Gusta Ginastera, sin mengua de su argentinidad, declararse músico mediterráneo, lo que le viene dado por su doble ascendencia catalana e italiana. Así lo explicó en su conferencia autobiográfica, en la que también quedó patente lo que ya lo está en su obra: la condición de hombre de nuestro tiempo.Nacido en 1916, es natural que la primera navegación de Ginastera estuviese presidida por un nacionalismo que contaba con egregios ejemplos: de una parte, Manuel de Falla; de otra, Strawinsky y Bartok. Más tarde, la evolución del pensamiento ginasteriano acepta muchos supuestos de la escuela de Viena, aunque nunca se haya convertido en un serialista militante. Postserialista prefiere denominarse nuestro ilustre visitante; pero el término ha de entenderse con matices que difieren de los usuales. No se trata de haber superado personalmente la experiencia serial, sino de situarse, en principio, más allá de ese mundo en busca de objetivos cambiantes presididos por una necesidad constitutiva del ser de Ginastera: la expresión. Esto queda muy claro en Bomarzo, la ópera sobre Mújica Láinez, en la cantata Milena, sobre Kafla; en Beatrix Cenci, y, por lo que sabemos, en el futuro Barrabás, sobre texto de Camilo José Cela.

Estudios sinfónicos

Mayor objetivismo acusan ciertas partituras instrumentales, tal los Estudios sinfónicos, el segundo concierto para piano o el concierto para violoncello. Un expresivismo entre latino y germánico y, si nos queremos poner pedantes, de neto carácter paneuropeo, se desprende de las fuertes páginas de las Turbas en tanto su contribución al sentimiento indígena va del colonialismo de la Canción del árbol del olvido o de las danzas para piano (también de su primer ballet, Panambi), hasta la Puneña y la soberana Cantata para la América Mágica, superadoras -quizá en profundidad- de la Obertura para el Fausto Criollo, Ollantay y la Pampeana número 3. Todo ello entendido desde una visión libre de artista creador que no juega a la explotación de lo étnico desde ninguna clase de rigor, sino que ve en lo étnico, lo pintoresco, lo tonal-funcional, lo tonal-extendidq, lo paraserial, lo rítmico-estructural, etcétera, posibilidades para su mensaje personal.

Reflejo de una humanidad es tal mensaje, pues Ginastera, el hombre intelectual, tiene cargado su espíritu de un largo repertorio de vivencias: las que heredó por diversas vías, las que acepta conscientemente y las que emanan de su entorno, de su tiempo cultural. De todo ello está cargada la biografía del compositor, aparte inclinaciones afectivas de tipo individual que pueden acercarle al homenaje a Casals, en el que glosa el repertorio catalán más querido por el gran violoncellista, o bien obligarle a una música amorosa, con expresa dedicación y apoyo en las estrofas de Pablo Neruda, el madrigalesco y fuerte Neruda de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Serenata

Es el caso de la Serenata que ahora hemos conocido, en la que la voz del barítono recita y canta al hilo de la canta al hilo de la cantabilitá del violoncello. ¿Digo del violoncello? No. Del concreto y magnífico viloncello de Aurora Nátola, esposa de Ginastera. A través de tres matices -poético, fantástico y dramático-, Ginastera inventa un mundo sonoro para los poemas nerudescos. Estático y atmosférico, a veces; narrativo y lírico, en ocasiones; aleatorio, en su apertura hacia lo fantástico en el tercer movimiento. La explotación instrumental de un pequeño grupo de profesores -flauta, óboe, clarinete, fagot, trompa, arpa, dos percusiones y contrabajo- es formidable, no sólo por la potencia alcanzada, sino por la flexibilidad y coherencia de las densidades, en las que quedan perfectamente impostados los solistas: violoncello y barítono, que lo fue, en una intervención sin mácula, Antonio Blancas, cuyo bellísimo timbre es ya una contribución valiosa a la esencia poética de la serenata. En este contexto actual, el violoncello de Aurora Nátola -artista de alta técnica y no menos elevado concepto musical- se alza pleno de lirismo cantábile, sin que exista contradicción entre el solo y su entorno instrumental. Con todo y marchar por diversas vías prosádicas, uno y otro, al igual que la palabra poética del barítono, caminan tras un fin: hacer más expresivos todavía los poemas de Neruda, esos poemas que, como corolario de la conferencia de Ginastera, había recitado el día anterior José Luis Gómez. Dirigió el conjunto Koan el maestro argentino, residente en Suiza, Julio Malaval, y la versión gozó de lo más deseable para un autor: máxima fidelidad.

El Quinteto Koan

Antes, el Quinteto Koan -Canabal, Martín Pérez, Angel Ortiz, Mariano Melguizo y María Elena Barrientos- nos dieron una primorosa traducción del Quinteto, opus 29, de 1963, página ya conocida aquí y representativa del que parece ser estilo definitivo de Ginastera. Estilo que, al igual que otros compositores de su generación, no consiste en un compromiso entre diversas instancias estéticas, sino en la asunción personal de todas ellas en una suerte de eclecticismo radical. Y, no conviene olvidarlo, en la realización minuciosa, precisa, de gran porte artesanal, de los rigurosos pensamientos del maestro.

La conferencia previa discurrió por vías autobiográficas. Ginastera hizo memorias hasta lograr un cumplido autorretrato de quién es y cómo llegó a serlo. Unas jornadas, en suma, plenas de interés, que han contado con la adhesión activa de lo más representativo de la vida musical madrileña.

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