En Bonn terminó el interés político del viaje real
Dentro del programa de la visita a la República Federal de Alemania, iniciado el pasado martes en Bonn, la jornada de ayer de los Reyes de España transcurrió en la ciudad de Bremen, una populosa ciudad de más de medio millón de habitantes al norte de la República, con uno de los puertos más importantes de¡ norte de Europa.
Con la salida de los Reyes de la capital federal en la Misma mañana de ayer, donde el Rey y el Gobierno español encarnado en la figura del ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, han conseguido el éxito político y diplomático más resonante de los últimos cuarenta años, puede afirmarse que, aunque la visita se prolongue hasta el sábado, el interés político real del viaje terminó al mismo tiempo qué la estancia de los Reyes en Bonn.Siendo Alemania una república federal, con diez estados absolutamente autónomos, el Rey no podía concluir su viaje sin visitar al menos dos de estos estados: uno regido por un Gobierno socialdemócrata (partido actualmente en el poder), y uno cristianodemócrata (actualmente en la oposición). Y así se programaron las dos visitas de un día cada una a Éremen (SPD) -no pudo ser a Hamburgo como era deseo de la diplomacia española por una cuestión de, protocolo- y a Stuttgart (CDU), ciudad esta última que los Reyes visitarán hoy viernes. Viajes los dos que apenas tienen contenido político y sí en cambio un carácter más marcadamente cultural y turístico y que pueden diluir un poco el éxito alcanzado en Bonn, ratificado con una despedida de Scheel a don Juan Carlos fuera de lo común en este tipo de prácticas diplomáticas.
Nada más elocuente que la última imagen del presidente Scheel en las pistas del aeropuerto de Colonia-Bonn, que algunos de los periodistas que hicimos el viaje Bonn-Bremen en el avión del Rey pudimos ver desde el interior del aeroplano, mientras éste avanzaba hacia la cabecera de pista para el despegue: el presidente Scheel y su esposa y las autoridades presentes en la despedida saludaban con la mano en alto la partida del moderno aparato de la compañía aérea alemana Lufthansa.
Poco antes de salir hacia Bremen, don Juan Carlos recibió en audiencia especial de casi media hora de duración a Helmut Kohl, líder del Partido Cristianodemócrata (CDU), actualmente en la oposición, a pesar de contar con más escaños que la propia FPD, Partido Socialdemócrata, si bien éste le supera por su alianza con los liberales, partido al que pertenecen el presidente Scheel y el ministro federal de Asuntos Exteriores, Genscher. La entrevista se celebró a petición del propio Kohl y en ella se abordaron las actuales situaciones políticas alemana y española.
Bremen recibió a los Reyes con un día plomizo y frío. La recepción por parte del burgomaestre y presidente del Senado de Bremen, el socialdemócrata Hans Koschnick, fue realmente cordial, lo mismo que la cena que ayer por la noche ofreció a los Monarcas españoles, en las cuales los discursos tuvieron un carácter exclusivamente cultural y se refirieron a las relaciones históricas entre ambos países.
Los Reyes visitaron el Ayuntamiento de la ciudad, un hermoso edificio de estilo barroco, y don Juan Carlos pronunció una breve salutación al señor Koschnick en. el que puso de manifiesto su satisfacción por encontrarse en esta ciudad, y a continuación, acompañado de la Reina y su séquito, visitó a pie la parte antigua de la misma. Después salieron en automóvil hacía Bremerhaven, la ciudad portuaria de Bremen, donde se encuentra el muelle de contenedores más importante de Europa, y donde visitaron el interesante museo alemán de navegación, así como un destructor de la armada germana.
La jornada terminó con la cena de gala ofrecida por el presidente del Senado, con asistencia del ministro español Oreja Aguirre y todos los miembros de aquella Cámara. Don Juan Carlos se refirió a la ciudad de Bremen como un venero inagotable de enseñanzas y de estímulos y un riquísimo despliegue de realizaciones técnicas. «Esta ciudad navegante y marinera -dijo-, cuyas flotas participaban en las cruzadas, y que en el siglo XIV se convertían en punto de concentración de los peregrinos que desde allí se trasladaban a Santiago de Compostela para visitar la sepultura del Apóstol, Al saludar en vos, señor presidente del Senado, a la ciudad de Bremen, quiero rendir homenaje a su tradición de libertad y de constante actividad económica y su confianza en el futuro, y en ese futuro al que mi país se siente vinculado en una esperanza común porque es en definitiva el futuro de Europa y de toda nuestra civilización.»
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