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Londres reitera su arrepentimiento por las torturas en el Uster

Juan Cruz

El pleito angloirlandés sobre la tortura de prisioneros británicos en el Ulster, inició ayer en Estrasburgo su fase final. Un veredicto del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, podría conocerse dentro de algunos meses. La audiencia pública termina este fin de semana. En Londres se especula con la posibilidad de que al final, el Gobierno irlandés retire sus acusaciones si el Reino Unido promete una Constitución que salvaguarde los intereses de las dos comunidades que coexisten en Irlanda del Norte. Esta es la primera vez que dos miembros del Consejo de Europa, se enfrentan ante el Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo.

Las acusaciones irlandesas se basan en los métodos de interrogatorio que las fuerzas del orden británicas utilizaron en el Ulster a principios de los años setenta, cuando estuvo en vigor el encarcelamiento sin juicio previo. El fiscal general del Reino Unido, Sam Silkim, ha admitido la veracidad de esas denuncias ante el Tribunal de Estrasburgo. Irlanda quiere también que los dieciocho jueces que estudian el caso se pronuncien sobre el carácter discriminatorio que contra la minoría católica tuvo esa norma de internamiento.La Comisión de Derechos Humanos que ha investigado los doscientos casos denunciados por el Eire, y que ha hallado a Gran Bretaña culpable de permitir el uso de la tortura, no ha considerado esta última acusación.

Sam Silkim dijo en enero en Estrasburgo, que su país reconocía su falta y daba todas las garantías de que aquello no volvería a repetirse. Gran Bretaña insiste en que las torturas cesaron en 1972, en cuanto Edward Heath, entonces primer ministro, tuvo conocimiento de los catorce casos de sospechosos que habían sido sometidos a ese tratamiento en las cárceles de Irlanda del Norte. Mientras, los torturados han sido ya compensados por los considerables daños físicos que sufrieron.

Ahora se piensa en Gran Bretaña que el estudio de una ley especifica de Derechos Humanos para Irlanda del Norte, puede convencer al Gobierno irlandés acerca de la sinceridad del arrepentimiento británico. Dentro de unos días se reúne en Belfast la comisión que analiza las posibilidades de introducir esa ley, que tendería a acabar con la secular discriminación que ha sufrido la comunidad católica en Irlanda del Norte.

Parece que tanto Dublín como Londres, prefieren un arreglo amistoso de la cuestión, que ha sido utilizada por los soviéticos para preparar sus propios alegatos en la conferencia de Belgrado sobre cooperación y seguridad en Europa.

La parte final del juicio de Estrasburgo coincide con una campaña de protesta lanzada en el Eire por el IRA provisional contra el Gobierno de Dublín, por el tratamiento que la policía dispensa a los detenidos de esa organización. Dieciséis prisioneros del IRA están en huelga de hambre por esa misma razón. El ministro de Justicia de Irlanda ha desmentido las acusaciones, que han sido seguidas con mucho interés en Gran Bretaña.

Mientras tanto, en el propio Ulster un tendero católico, fue asesinado ayer en su casa de Antrim, y se investiga el misterio que rodea a un atentado fallido contra la vida del diputado unionista Enoch Powell. Parece que fueron unionistas también los que colocaron la bomba, que no llegó a estallar, en el local en el que Powell iba a hablar el sábado. El movimiento unionista está muy dividido en el Ulster, y ese intento de acabar con Powell, el ex ministro conservador, puede ser un reflejo de tales desacuerdos.

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