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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El humor atacante y festivo

El humor novelesco de Alvaro de Laiglesia es extraordinariamente prolífico y El sobrino de Dios figura en un lugar más que trigésimo de sus novelas publicadas sin desmayo en el arranque narrativo, en sus títulos y en su desarrollo. Lo que en tantos humoristas se desboca sobre el artículo, en Alvaro de Laiglesia se orienta hacia la narrativa y la forma que, si externamente se manifiesta siempre como de novela, no pocas veces se trata de narración breve agrandada mediante lo que podríamos llamar el humorismo colateral. A veces el tema cobra volumen de esta forma del mismo modo que en las revistas teatrales aparecen los números musicales, mediante la simple alusión. Por ejemplo, se habla de un pariente en Cuba y las vicetiples irrumpen sin más con una rumba.En las novelas de Alvaro de Laiglesia, que es uno de los humoristas más amplios de la actualidad, el humor desborda por las costuras de la acción y en cuanto de esta surge un tema exento, el inciso humorista surge y si por una parte detiene la acción, como el tráfico un guardia, por el otro permite pasar un chorro de humor no menos útil.

El sobrino de Dios

Álvaro de Laiglesia Editorial Planeta, SA. Barcelona, 1976.

Pero hay que reconocer que esta precisión sobre la estructura de las novelas de nuestro autor no impide reconocer que es el más narrativo de nuestros humoristas. Alvaro de Laiglesia tiene un humor facecioso y en el protagonista de su novela no pinta sino lo que se llama un chalao que llega a figurarse más concomitancias divinas que las que como hombre hecho a la imagen y semejanza de Dios, según la precisión bíblica, le corresponden por clasificación. Esta circunstancia es prácticamente la que produce el sesgo desde donde fluirá el chorro humorista del autor, desde las circunstancias de su concepción seudoangélica a sus andanzas por la vida con la formación de un discipulado que en realidad acaba por formar una banda que labora el butron. Porque el pobre protagonista del nepotismo divino, forzado por las circunstancias, termina en las prietas filas de la delincuencia. El humor de Alvaro de Laiglesia funciona siempre, es quizás uno de los más activos y dinámicos -si no el que más- de los que pintan por el corro humorístico literario, agresivo y ecléctico a la vez, porque no espera que se insinúe en el lector como un gas hilarante, sino que variados medios de ataque, la irreverencia, el taco, la puesta en ridículo, la crítica de las costumbres, la cosquilla sobre la rutina, la bomba explosiva sobre el conservadurismo. Todo, en fin, lo que hizo de Alvaro de Laiglesia l'enfant terrible del humor español y que no ha dejado de serlo al cabo de los años y de las novelas que van puntuando su paso. Es bien característico de esta labor «El sobrino de Dios» desarrollando la anécdota central, realmente graciosa por su tensión entre la apariencia y la realidad con sus habituales medios colaterales. El volumen se completa hasta su final con algunas narraciones breves fuera del corpus principal, pero la base y núcleo fundamental está en la novela que reseñamos, dentro del humorismo eficaz, pródigo y trepidante del autor.

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