Las razones de un acuerdo
El laberinto de siglas y grupos es uno de los argumentos más manejados en los últimos tiempos para tratar de desautorizar el proceso democrático. Nada más fácil si se hace abstracción de la actual realidad política y de su origen que no es otro que la destrucción de las fuerzas populares, consecuencia de la guerra civil y de la posterior siembra de sal sobre las mismas que han sido los cuarenta años de franquismo. Sin embargo, no cabe quedarse en la afirmación simplista de la «sopa de siglas», profundizando más, se pueden advertir los procesos de formación de bloques de cara a la perspectiva constitucional y a la defensa de intereses de clase que pretenden. Por una parte, están los ex gestores del franquismo, dudosos conversos a la democracia, que tratan de capitalizar el miedo a la aventura con slogans franquistas -España como propiedad privada de la derecha, el peligro socialo-comunista...- y que después de tantos años de estar obedeciendo juntos, necesitan ahora tiempo para aliarse y federarse; por otra parte, está el Centro Democrático, ese pantano político cuyo único denominador común es la lucha por el sitial del padre, y cuya crisis está muy en relación con la decisión del actual presidente de presentarse y de configurar su propio aparato político. También con la decisión que, puedan tener las fuerzas democráticas, democratacristianas, liberales y socialdemócratas, de tener un protagonismo propio y no subordinado.Ello explica esa compleja realidad en la cual las declaraciones de amor eterno de los populares no pasan de ser flirteos y devaneos sin un mañana. El desenlace de este juego es importante, porque de él depende que el poder de las fuerzas que luchan por una constitución democrática sea mayor o que nos encontremos con que, tras las concesiones preelectorales, el centro se desplace hacia una alianza con los duros ex franquistas. Mientras esta situación se aclara, el objetivo clave de la operación preelectoral sigue siendo relegar al ghetto a las fuerzas populares, políticas y sindicales. Se avanza en la reforma sindical frente al reconocimiento de la libertad sindical, se sigue racionando el reconocimiento de los partidos políticos, que no debe ser más que reconocimiento del derecho de asociación, así como los actos públicos, y se mantiene un extraño clima de libertad vigilada sobre las fuerzas de izquierda. Ante este proyecto, la necesidad una respuesta propia y positiva está forzando a importantes pasos en la unidad de los socialistas. En las últimas semanas se han concertado dos acuerdos importantes en este sentido: uno, el de Convergencia Socialista de Madrid con la Federación Socialista Madrileña del PSOE; otro, el del Partit Socialista de Catalunya con la Federación Socialista Catalana del PSOE, al que se han añadido socialistas independientes, de concurrir a las elecciones bajo el lema conjunto de «Unidad Socialista de Catalunya», y con el objetivo de crear un Partit Socialista de Catalunya, soberano y articulado federativamente con el conjunto del socialismo español.
A estos acuerdos, concertados por dos de los colectivos socialistas que han formado la Federación de Partidos Socialistas, están siguiendo otros, aún no consolidados, en Galicia, Baleares, León y Murcia, en el momento de escribir estas líneas.
El punto de partida de estos acuerdos unitarios es común: el trabajo conjunto. para unir y articulará los socialistas. En el mismo, el proceso, tal como lo vemos en CSM, tiene unas etapas, que han partido de la distensión ¡nicial y, de la acción en común y del debate político, y que han culminado en compromisos públicos de unidad; el segundo paso, la formación de listas unitarias y la elaboración conjunta de programa, marcan una clara aceleración del proceso, para terminar con la soldadura de la unidad en congresos de nacionalidad y región, y un congreso o asamblea de los socialistas en todo el Estado. Los resultados de este trabajó son ya perceptibles: si compararnos con la situación que vivíamos hace cuatro meses, se advierte por parte del PSOE una demostración de flexibilidad política que desmiente la imagen hosca y triunfalista que había aparecido en ciertos momentos. Incluso en el PSP, que no hay que olvidar que fue la primera organización socialista en aprobar en su congreso de junio de 1976 un mandato de unidad, está empezando a aparecer de nuevo interés en volver al proceso unitario, mar ginando veleidades de juego centro-izquierda, que solo pue den contribuir a la satelización y a la pérdida de personalidad de los socialistas.
En los acuerdos concertados, cabe destacar dos aspectos fundamentales para la reconstrucción de una gran fuerza socialista: el primero, es el respeto a la militancia sindical. Aparte de significar una vuelta a tradiciones estatutarias de raigambre en el socialismo español, es evidente que ha de tener consecuencias positivas sobre la unidad sócialista tanto en el plano de partido comoin el sindical, entendidos como procesos autónomos aunque complementarlos.
De cara al próximo congreso del PSOE, el tema será rediscutido, como todos los que forman parte de la vida de una organización democrática, en una nueva perspectiva, que es la de elaboración de un proyecto socialista autogestionario.
El segundo aspecto del acuerdo es el de los avances en la articulación del socialismo. En este terreno, tiene importancia histórica el que los socialistas tengamos hoy una clara sensibilidad positiva hacia el reconocimiento de los derechos de los pueblos de España. Más aún, el que por primera vez en la historia, haya en Cataluña las bases de un socialismo fuerte y catalán. Con ello, seponen las bases para superar uno de los problemas más drámaticos del período republicano, el que en Cataluña fueran las fuerzas dominantes la esquerra y el anarquismo, y se consigue algo que no se logró en 1934, fecha del fallido intento de articulación entre la Unió Socialista de Catalunya y el PSOE, precisamente por la intransigencia de la entonces Ejecutiva del PSOE.
A la hora de negociar, la realidad ha impuesto sus pautas. Para los socialista de Madrid, es claro que el eje de cristalización pasa por el PSOE, mientras que en el cáso catalán, pasa por el PSC. En muchos de los casos nacionales o regionales, el avance, producido por el debate y ta elaboración durante los últimos años, y que han llevado al mismo PSOE a federar su estructura, permite fórmulas flexibles de articulación.
Lo conseguido no es la unidad. Todavía no, desgraciadamente. Ahora bien, si es un primer paso que acelera la dinámica unitaria de cara a los próximos meses, en los cuales tenemos que librar batallas decisivas. La primera crear un socialismo fuerte, que ha de ser uno de los pilares de alternativa democrática. No casual que en la medida en que proceso unitario avanza, se el ven quejas desde los aledaños del Poder acusándonos de no presentamos con la radicalidad que nos debiera caracterizar, cuando la primera acción revolucionar¡a que estamos haciendo las fuerza de izquierda es precisamen traer la democracia a España superando el clima de guerra cvil. La segunda razón es que los socialistas, por nuestra capacida de convocatoria, hemos de tener un peso institucional decisivo para la consolidación democrática, tanto en el plano constitucional como en el de elaboración de un modelo económico. Ninguno de los dos puede ser ya impuesto desde arriba.
Para llevar a cabo tan difícil tarea, los socialistas estamos dando pasos importantes, au entando nuestra credibilidad con hechos y no sólo con procla maciones. Ahora, es necesario un trabajo político, audaz y flexible, que sepa fundir en una misma organización miles de mujeres y hombres procedentes de experiencias diversas que permita y favorezca el debate político y la democracia interna, es decir, que tenga ese carácter multiforme y vivo de las grandes formaciones políticas. Las negociaciones en curso, la batalla electoral, la lucha por una constitución y unos municipios democráticos, tienen que ser una experiencia irremplazable que culmine en un gran congreso de'unidad de los socialistas. A hacerlo posible estamos emplazados todos los que hoy avanzamos, convenciendo a los que por el momento se marginan tras posiciones defensivas del «Socialismo diferente» y atrayendo a los socialistas que, día a día van naciendo en la lucha por la democracia y por el socialismo por una sociedad justa, libre e igualitaria.
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